El señor del traje azul coge al de gris con mimo. Parece que le está calmando y dando consejos. «Mira», le podría estar diciendo, «todo esto va a pasar. Tú tranquilo que lo tenemos controlado». Les falta para completar la escena un par de whiskys y la barra de un bar. Quizás también una luz más tenue para que tenga la imagen de una verdadera amistad. Sin embargo, se trata del presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, y el ministro de finanzas de Italia, Giulio Tremonti. Ambos asistieron a la reunión de los ministros de economías y finanzas donde reinó la falta de operatividad. Grecia está diciendo que suspende pagos en octubre y, ellos, sin dudarlo, aplazan la decisión del segundo tramo de ayudas (8.000 millones de euros). Dicen que hasta noviembre los griegos tendrán dinero, por tanto, deben de pensar, vamos a dejar que las bolsas siguen hundiéndose y las primas de riesgo se disparen. Europa está dando una imagen pésima a la hora de afrontar su crisis. Públicamente anuncia que ayudará a Grecia, pero, en la realidad, le retrasa el dinero constantemente. En el fondo, sabe que quebrará y tendrá que aceptar una quita de la deuda, por eso, mejor dilatar el angustioso momento. Cuando los bancos se hundan y generalice el pánico –Dexia, franco-belga, ya está al borde- puede que se den cuenta de la gravedad del asunto.