El mundo económico se mueve como el ciclista de la foto: entre la niebla. Lleva también una pesada carga –desequilibrios financieros, desempleo fuera de control, problemas para financiarse, etcétera- pero no sabe lo que puede pasar. Igual, después de tanto empujar aparece un camión de frente y todo el esfuerzo no sirvió para nada. Esta incertidumbre sobre el qué pasará se convierte en angustia si algunos escenarios se cumplen. Imagínense, por ejemplo, que nuestro país acaba saliendo del euro. ¿Pagaríamos acaso un café a 200 pesetas (1,20 euros) cuando antes de la entrada del euro estaba a la mitad? O por el contrario: supongamos que se fijase un cambio a la par, es decir, un euro una peseta. ¿Aceptaríamos que 20.000 euros se convirtieran de repente en 20.000 pesetas? Todo esto, claro está, mientras el Gobierno impone un «corralito» para evitar la fuga de capitales. Como ven, el futuro que nos espera es tan enigmático como el del ciclista entre la niebla: puede llegar a su destino o no.
Mariano Rajoy se ha apresurado a decir que se cumplirá con los objetivos de déficit. Esto es, el 3% para 2013. Francamente, creo que no va poder posible. Con 5 millones de parados y teniendo en cuenta que nadie rebaja esa cifra en los próximos años, es imposible que cuadren las cuentas. Por mucho recorte que se haga son necesarios nuevos ingresos y, eso, por lo que estamos viendo, no se va a producir. Aunque se utilice la tijera a fondo sin esa fuerza laboral produciendo, generando ingresos fiscales y dejando de cobrar prestaciones; va a resultar imposible cumplir con Bruselas. Y Mariano, cómo no, lo sabe.