Francisco Álvarez Cascos declaró que la propuesta del PSOE de elecciones anticipadas merecía estudiarse. Entiendo que el Presidente lo dice con un cierto tono de ironía. Viendo la situación a la que está sometido su gobierno –yo la llamaría del perro del Hortelano- el ex de Fomento quiere lanzar también un órdago a la oposición. A mí modo de entender unas elecciones anticipadas no aclararían nada. En el más lógico de los escenarios, de volverse a repetir los comicios, sus resultados serían muy similares. Quiero decir que de ninguna manera se produciría un fenómeno tipo Rajoy y el PP, esto es, ganar con una mayoría arrolladora. En ese caso, la situación de ingobernabilidad  se acrecentaría aún más. Los problemas serían los mismos, pero, eso sí, con una sociedad cansada ya de tanto ir a las urnas para nada. Además, quien piense en ello porque en las últimas elecciones del 20-N sacó un resultado más o menos aceptable; no deja de equivocarse. Si algo demostró las sociedad asturiana es que sabe diferenciar perfectamente entre generales y autonómicas. Vean si no como, en apenas unos meses, los resultados fueron completamente distintos.

La derecha, en el amplio sentido del término, tiene que darse cuenta: es la segunda vez que llega al gobierno en Asturias y no puede acabar como la primera. Esa muletilla de «no saben gobernar» –muy explotada por sus enemigos políticos- debe terminar de una vez. Para ello, se impone la negociación y el llegar acuerdos. Expresos o tácitos como en el ayuntamiento de Gijón. El fracaso del gobierno de Foro es también el del PP. Nadie gana en esta situación de autodestrucción. Lo que se está jugando la derecha, en su concepto global, insisto, son otros doce años calentando el banco de la oposición.