Las comparecencias de los distintos responsables bancarios ante la comisión de Economía del Congreso está siendo patéticas. Vamos, que entre que sus señorías demuestran un nivel subterráneo para estos temas, y que los implicados se dedican a pasarse la pelota unos a otros; el resultado es que seguimos como estábamos: sin ningún responsable de que el sector necesite 100.000 millones de euros para reflotarse. Comenzó, el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordoñez (MAFO), afirmando que la culpa es de los gobiernos y el devenir económico. Quien tenía que haber vigilado la solvencia de los bancos, quien tenía que haber detectado el fraude contable masivo que se produjo; sólo admite errores en su gestión. Nada de pedir disculpas por haber dilapidado el crédito de la institución, nada por haber permitido y fomentado fusiones ruinosas. La policía mira para otro lado a la vista de un cadáver lleno de cuchilladas. Tal pareció que MAFO estaba de vuelta de todo, incluso por encima del bien y del mal. Pasaba por allí y vio cómo el sistema bancario de este país se hundía. Repito, patético.
Pero no mucho mejor fueron las restantes. El excopresidente de Novagalicia, Julio Fernández Gayoso, negó tener cualquier función ejecutiva en el banco. Entonces, pregunto, ¿qué clase de presidente es el que no tiene poder pero acepta retribuciones multimillonarias? Rodrigo Rato vino a decir que la fusión entre Caja Madrid y Bancaja –el germen de Bankia- fue impulsada por el Banco España. Casi obligada. Sin embargo, él la aceptó. A Cajastur le propusieron algo similar con la CAM, pero se dio cuenta del engaño y abortó la operación. En cambio, Bankia salió a bolsa para mayor ruina de los accionistas que hoy han visto pasar el valor de 3 euros la acción a 0,7. Sorprende también que su plan para rescatar la entidad costase sólo 7.000 millones de euros, en comparación a los 23.000 que han solicitado los nuevos gestores. Magia del mismo tipo que llevó a presentar 300 millones de beneficio, cuando en realidad tenía 3.000 de pérdidas. En definitiva, aquí nadie sabe nada. Se culpa a los anteriores, a la crisis, a la política… Así, hasta que llegue la próxima burbuja.