El colectivo pensionista, bien lo sabemos, suele ser casi siempre víctima de la política. Constituyen una fuerza electoral más o menos homogénea y como tal es tratada para conseguir su voto. Digo más, ninguno de los gobiernos se ha resistido a embaucar a los jubilados con falsos cantos de sirena. Lo hizo Felipe González con su famoso: “Si viene la derecha os quitarán los pensiones”. Zapatero no se quedó atrás, porque, mientras concedía una paga compensatoria en 2010, no revalorizó las pensiones del año siguiente. Y ahora, Rajoy ha hecho un tanto de lo mismo. En septiembre, el presidente del Gobierno aseguró que las pensiones no iban a sufrir recortes. Consideraba muy injusto que se tocasen, ya que, a la postre, un jubilado no tiene otra fuente de ingresos. Todo esto lo dijo en horario de máxima audiencia televisiva, mientras los expertos se echaban las manos a la cabeza. Principalmente, por dos motivos que se veían venir. Primero, se preveía que la inflación final iba a ser alta como así fue (2,9%), y, segundo, ya se había tenido que coger dinero del Fondo de Reserva de Seguridad Social. Es decir, cada vez que hay una paga extra el sistema de reparto no recauda actualmente lo suficiente. Pese a todo, y quizá por compromisos electorales que estaban pendientes, mantuvo su discurso. El resultado es el que todos sabemos: se revalorizarán las pensiones un 2% para las menores de 1.000 euros, y un 1% en las superiores. Algo, insisto, que se podía haber vendido como un logro y no al revés. La sensación predominante que queda ahora es de promesa rota, y sin embargo, de haber expuesto la realidad en aquella entrevista televisiva, quizá ahora estaríamos hablando de un cierto éxito para el Gobierno.
Y lo que debería haber dicho Rajoy en aquel instante –aunque fuese doloroso- tenía que haber sido … “Señores, no hay un puñetero euro en la caja. Vamos a tener que habilitar más dinero para el desempleo porque se va a disparar. Pesamos que terminaríamos con 28.000 millones de euros de gasto anual, pero van a ser casi de 33.000. Además, si pagamos con la inflación prevista tendremos que desembolsar 3.800 millones de euros. Dinero que no tenemos y que va a hacernos, por segunda vez, tocar la hucha de la Seguridad Social. Por tanto, es muy posible que tengamos que pedir un esfuerzo y congelar las pensiones”. Y con esto, se hubiera ahorrado todo este lío.