Supongo que a estas alturas algún gobernante de nuestro paraíso natural habrá escapado a un desierto o montaña. Durante bastante tiempo se alimentó el discurso –a manera de engaño colectivo, diría yo- de que la crisis no iba a ser virulenta en Asturias. Es más, decían que, como la construcción residencial se había hecho de forma ordenada, el reventón de la burbuja inmobiliaria no traería consecuencias (más de la cuarta del desempleo proviene del sector). Sostenían las lumbreras de la época precrisis, bien es cierto, que la recesión sería suave y sin efectos graves. Recientemente, Javier Fernández ha repetido varias veces que el Principado iba a ser de las primeras comunidades en ver la luz. Sin embargo, cada estadística, cada dato que conocemos, nos hace pensar lo contrario. Son ya 122.700 personas (fracasos, en resumen) las que forman parte del paro según la Encuesta de Población Activa. 8.500 más durante el último trimestre, o lo que es igual: 94 personas al día se quedaron sin empleo entre enero y marzo. La cifra, con ser dramática, lo es aún más si hablamos de hogares con todos sus miembros en paro: 44.500. Hay un dato que lo dice todo: sólo trabajan un tercio de los asturianos que podrían hacerlo. El resto, en paro o jubilados. La pérdida de fuerza laboral es tan grande que se encuentra uno a más gente paseando por El Muro de San Lorenzo en Gijón, que por la calle Corrida yendo a trabajar. En definitiva, tras las negras perspectivas macroeconómicas del Gobierno central, que nadie espere que esto haya tocado fondo. Asturias llegará sin dificultad a igualar –y seguramente superar- ese 27,16% de paro que es la media estatal. Eso de que vamos a otro ritmo es verdad: pero por lo superior que es trimestre a trimestre.
Mientras tanto, lo poco que se hace para paliar esta situación es más de lo mismo. Viejas recetas ante nuevos problemas. ¿Qué se le ha ocurrido a la clase dirigente, empresarial y sindical asturiana? Pues firmar un acuerdo de concertación social. ¿Con qué? Con formación a maza para una cosa: que los parados asturianos sean los más cualificados del mundo. ¿Y por qué no fomentan la creación de empresas para que absorban esa masa laboral? ¿Por qué se empeñan una y otra vez en formarles para que luego tengan que emigrar o permanezcan en el paro? ¿No se dan cuenta de que el gran problema es que quedan cada vez menos empresas que puedan contratar? El año pasado Asturias fue la comunidad que más concursos de acreedores presentó. En Oviedo, se registró el mayor cierre de comercios desde que existen datos. La destrucción de tejido productivo es infinitamente superior a la que tuvo lugar en los años ochenta. Sin embargo, erre que erre, se insiste en políticas trasnochadas. Así nos va.