Sí, lo de Cudillero tiene todos los ingredientes de una comedia jocosa. Un ayuntamiento que en dos años elige por quinta vez alcalde, una lista electoral socialista con ocho integrantes de los cuales quedan únicamente dos y, como traca final, una sentencia del Tribunal Constitucional (TC) que se ejecuta para volver a tener el mismo que antes. Desde luego, todo un sainete si no fuera porque estamos jugando con conceptos como democracia, representatividad o burla a los ciudadanos. La peripecia de ayer, sin duda, no tiene desperdicio. Se presentan los candidatos de la oposición (Foro y PP) siendo votados únicamente por ellos mismos. Entonces, y según la ley, debe elegir primer edil la lista más votada, o sea, el PSOE. La sorpresa viene cuando, la primera candidata, va y renuncia no sólo al puesto sino también al acta de concejal. Acto seguido lo hace la segunda y, entonces, por acto divino, quien la acepta es Luis Fernández Garay, es decir, el anterior alcalde. ¿Me van a decir a mí que esas dos personas renunciaron por motu propio? ¿Alguien se cree que una mano no les indujo a ello? ¿Puede Fernández Garay seguir siendo alcalde si el TC ya invalidó una vez su cargo por haber renunciado previamente? Miren ustedes, en Cudillero se ha estado bordeando la legalidad desde hace mucho. En concreto, cuando se echó mano de una norma pensada para el terrorismo de ETA de cara a poner una persona que no estaba ni en las listas. A partir de ahí, los tejemanejes del Secretario General local, Francisco González, han sido innumerables. Tantos, que más que un grupo político sus concejales parecen marionetas. Él mueve los hilos y el PSOE mira la función. Fernández Garay empezó su mandato –me temo que corto- con las siguientes palabras: «Cudillero ye socialista, por mucho que se empeñen. La mayoría es socialista, por mucho que fastidie». ¡Cómo si no fueran ellos mismos los culpables de este desaguisado! ¡Cómo si no hubiesen retorcido la democracia para que el resultado fuese el que a “Quico” le apetecía! La única salida digna posible –antes de que el TC vuelva a anular la elección- son unos nuevos comicios. Aferrarse al poder de esta manera al poder va a acabar pagándose caro. La FSA debe reflexionar sobre si quiere seguir siendo partícipe de esta situación por sexta vez.