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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Hormigón vaporizado.

La planta la regasificadora del Musel era solamente hormigón. Lo digo, bien es cierto, porque nunca entró en funcionamiento. Problemas de mercado -no había suficiente demanda- la tenían en estado de «hibernación». Uno miraba hacia poniente en Gijón y se encontraba ahí dos enormes tanques: decorando el paisaje. El por qué se construyó una infraestructura de 380 millones de euros para nada es otra historia. Supuestamente, esto iba a ser parte del polo energético del Musel con diez centrales de ciclo combinado (térmicas de gas) que, como ven, se ha quedado únicamente en una regasificadora que nunca arrancó. Además, ahora y por si fuera poco, resulta que anulan la licencia para su construcción. Vamos, que mientras no se recurra el fallo de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) es ilegal. Dice el TSJM que se realizó a menos de dos kilómetros de núcleos de población habitados. Algo, obviamente, que se ve a simple vista. Para evitar esto había que modificar el Reglamento de Actividades Molestas, Insalubres, Nocivas y Peligrosas (RAMINP) que el Principado realizó el 30 de diciembre del 2006. Sin embargo, la tramitación de la instalación se inició el 11 de mayo del mismo año. Es decir, antes de que el RAMINP fuese modificado para levantar la prohibición. En principio, parece un fallo administrativo claro. Yo diría del mismo tipo que el se cometió con la ampliación del vertedero de Cogersa dejando sin contestar una alegación. En esta tesitura, los tribunales suelen cogérsela con papel de fumar y anulan las actuaciones. Si eso es así, alguien, digo yo, debería ser el responsable. Si 380 millones de euros acaban vaporizados, entiendo, se deberían buscar responsabilidades. Porque, no piensen que Enagas –la empresa gasista que la construyó- va a cargar con el muerto. Ni mucho menos. Todos vamos a pagar la infraestructura vía tarifaria en el correspondiente recibo de suministro. Lo único que hizo Enagas fue adelantar el dinero, la regasificadora funcione o no la vamos a ir pagando.

Y ahora, ¿qué? Lo primero, lógicamente, debería ser interponer un recurso de casación. Y si al final, después de pleitear, la sentencia es firme sólo veo una solución: que los tanques se utilicen como depósitos. Nada que ver, entonces, con la idea inicial de tener una planta que iba a dar 75 empleos. Es  un varapalo, no sólo para Asturias, sino también para el Musel. El que los grandes buques metaneros atracasen en sus nuevos diques, también representaba un negocio. A ver quién y cómo se explica este desaguisado.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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