El debate sobre orienta política (o del estado de la región) resultó precisamente eso: política estéril. Tal fue así, que las trifulcas entre los socios de gobierno ocuparon casi todo. Uno pretende sacar conclusiones y la única clara es que Javier Fernández tiene problemas. Tanto IU como UPyD hicieron por primera vez de oposición contundente y amenazaron con romper. Incluso en las propuestas de resolución votaron reiteradamente en contra del PSOE. Este trabajo de demolición parlamentaria, ciertamente, complica las cosas en extremo. Es más, deja en el ciudadano un cierto regusto amargo. Como si los políticos sólo se dedicasen a ponerlo más difícil –o a preocuparse de sí mismos- mientras que los problemas de la calle le son ajenos. Comenzamos este curso, recuerden, con el debate sobre las dietas (o complementos) de viaje de los señores diputados. Se perdieron así muchas semanas mientras, insisto, todos asistíamos a que el objeto primordial de la acción política era subirse el sueldo para contrarrestar la tributación. Ahora, según parece, quedan en el aire los presupuestos por la reforma de la ley electoral. Un tema menor si lo comparamos, por ejemplo, con la destrucción del tejido industrial que sufrimos día sí y día también. A un parado, digo yo, grandes conceptos como la «democracia se demuestra con más democracia» (Ignacio Prendes dixit) se la traen al pairo. Lo ve, sin duda, como algo secundario en comparación con otras prioridades: desayunar, comer y cenar. El que no se logre esa conexión con la sociedad es preocupante. Más que nada, porque alimenta el discurso de que la política sólo beneficia a quienes la ejercen.
Yo creo que al final tendremos cuentas para el año que viene. Interpreto que, tanto IU como UPyD, no se van a atrever a «cruzar el Rubicón». Dejar a esta comunidad sin presupuestos por no reformar la ley electoral, sería a todas luces algo muy complicado de justificar. A Juan que trabaja en una empresa de servicios para la Administración, le mandarán al desempleo porque no hay dinero para pagarle. Lo mismo que a Sonia, administrativa interina, que verá su plaza amortizada. Quiero pensar que IU y UPyD también habrán pensado en esto a la hora de poner en la balanza la reforma electoral. Lo contrario, la verdad, sería muy preocupante.