Decía Jesús de Nazaret que no se puede servir a dos amos: o a Dios, o al dinero. En el caso de la multinacional Tenneco Automotive todos lo tenemos claro: sólo le interesa la pasta. Tanto es así que ha cambiado hasta tres veces su versión para justificar el cierre de su planta en Gijón. La última incluida en el expediente de extinción es en cierta manera peregrina: que los modelos de automóviles para los que fabrica amortiguadores son muy antiguos. Es decir, que tarde o temprano se dejarán de producir y, por tanto, ya no venderán componentes. En fin, si eso es así, ¿por qué no han renovado entones el producto? ¿Por qué no se han dedicado a producir para coches más nuevos? ¿Por qué, en cambio, sí se han afanado en recaudar subvenciones -3,7 millones de euros en total- cuando seguramente ya tenían planeado irse al mercado del Este? La historia de Tenneco se parece cada vez más a la de Suzuki: dejar morir una fábrica que no interesa. En las motocicletas, debido a la crisis, el mercado español estaba hundido. Era más rentable, pues, llevarse la producción a Asia debido a que, además de sueldos baratos, están en pleno boom económico. El que 10.000 personas salieran a la calle el pasado jueves puede que no les importase mucho. Es más, algún oscuro directivo que decidió este cierre probablemente ni se haya enterado. Sin embargo, lo que yo vi fue indignación. Gente absolutamente indignada por todo lo que está pasando. A nivel nacional vean las empresas que están cayendo: Fagor (5.000 empleos), Pescanova (3.400 empleados), Panrico (4.000 trabajadores), Tecnitoys Juguetes dueña del popular Scalextrix … ¡Y luego tienes que escuchar a Emilio Botín decir que España está «en un momento magnífico»! La verdad, no sé para quién.
En el caso de Asturias la cosa, no es que esté mal, sino incluso peor. Empresas de toda la vida van cerrando o están en dificultades. Fíjense en los últimos casos. Starglass –antigua Rioglass Astur- entró en concurso de acreedores. Así se lo comunicaron a los trabajadores de sus plantas en Mieres y Logroño. 305 en total de los cuales 130 pertenecen a la fábrica asturiana de Sovilla. Tiene que refinanciar un pasivo de 47 millones de euros, lo cual, ciertamente, pone a Starglass al borde del precipicio. En Aguas Fuensanta debido al proceso concursal en el que se encuentra inmerso, se pretende reducir la plantilla un 40%. Eso, claro está, siempre y cuando logre sobrevivir porque hasta para conseguir la materia prima tiene dificultades. Coto Minero Cantábrico, la compañía del controvertido empresario Victorino Alonso, presentó la liquidación en septiembre por considerarla inviable. 371 trabajadores están a expensas de lo que decida el administrador concursal. Resumiendo, suma y sigue en este desierto empresarial que se está convirtiendo nuestro paraíso natural. No hay día que, o bien no cierre una empresa, o entre en concurso de acreedores. De hecho, tenemos el récord a nivel de España. ¡Y luego tienes que escuchar a nuestros políticos decir que su máxima preocupación es el empleo! Si van desapareciendo una tras otra, ¿quién lo va a dar?