La noticia de que Bill Gates compró una parte de Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) desató la euforia. Muchos interpretan esto como un signo de recuperación, cuando no una prueba inequívoca de confianza en la economía española. Sin embargo, si analizamos la operación nos van quedar muchas dudas. Tantas, como que yo no veo más que una operación mercantilista a corto o medio plazo. El de Microfost lo que ha hecho es aprovechar la oportunidad: los títulos de FCC estaban a 84 euros antes de la crisis y ahora los compró por poco más de 14. Es decir, con 113,5 millones de euros –una migaja para este tipo de fortunas- se ha hecho segundo accionista de la constructora. Cosa, por supuesto, impensable en los tiempos buenos de FCC. Quiero decir, pues, que lo que estamos viendo es la adquisición de chollos por parte de inversores. Tal como vienen, cuando consigan una rentabilidad, muy probablemente se marcharán. Dicho de otra forma: la volatilidad de sus inversiones es más que probable. El SAREB –más conocido por el banco malo- presume de vender inmuebles a fondos de inversión. ¿Significa esto que confían en nuestro país? Evidentemente no, ya que sólo están aprovechando la caída en picado de precios en el sector inmobiliario. Cuando vean signos de recuperación del mercado, recogerán beneficios para largarse a otra parte del mundo. Si la bolsa ha subido un 29% desde junio de este año –con un 40% de inversores extranjeros- se debe precisamente a la bajada de precios previa. El dinero busca rentabilidad y, una vez que compra barato, quiere especular a su recuperación.
Vamos con la economía real, la que todos nosotros vivimos día a día. ¿Se puede hablar de euforia cuando hay un 26% de desempleo? ¿O es que acaso se nos ha olvidado? La morosidad bancaria se ha situado en un 12%, mientras que durante la crisis del año 93 no pasó del 9%. O sea, la gente ha dejado de pagar sus préstamos más que nunca y, cuando esto pasa, es que se dejan por el medio muchas otras cosas (proveedores, arrendamientos, cuotas de comunidad, etcétera). Un reciente estudio señalaba que el nivel de renta de los españoles había vuelto a niveles anteriores a la crisis. Hemos empobrecido en la misma manera (o más) que en su día nos hicimos ricos. El boom económico fue un sueño tras el cual nos hemos despertado con esta pesadilla. La inversión productiva, las empresas que crean y dan puestos de trabajo, sigue hundiéndose cada día más. Pescanova, Panrico, Fagor, etcétera se han ido (o están a punto) de irse al carajo. ¿Hablamos, pues, de una recuperación real o virtual? Además, si todo va a ir tan bien, ¿por qué las multinacionales se van?