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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Orgullo y decadencia.

La imagen es clara: Rubalcaba rodeado de los dos únicos presidentes autonómicos que le quedan. Sólo dos. Tanto Javier Fernández como Susana Díaz  representan los generales que acompañan al César para recomponer el imperio socialista. Ahora, como es evidente, en clara decadencia. El PSOE de otros tiempos aparecía siempre rodeado de territorios que se han perdido (Extremadura o Castilla-La Mancha, por ejemplo);  el actual, en cambio, tiene que gobernar con apoyos en Andalucía y Asturias. Ese es el panorama (desolador) que tenía en frente la Conferencia Política que tuvo lugar durante este fin de semana, esa es la terrible realidad de un partido que no remonta en las encuestas ni siquiera con el desgaste del Gobierno. Para evitarlo, se puso en marcha este instrumento de catarsis colectiva ante el desastre. ¿Qué es más importante el líder o las ideas? Depende, tanto uno como otro juegan un papel fundamental. Se puede ganar unas elecciones con un líder pero sin ideas y viceversa. Lo malo es cuando se carece de las dos cosas. Alfredo Pérez Rubalcaba tiene un problema de liderazgo claro (Felipe González dixit). El electorado lo sigue viendo como un remedo de Zapatero. Una época, sobre todo en su última etapa, no precisamente brillante que consiguió los peores resultados históricos del PSOE en 2011. Todo el mundo ve a Rubalcaba y piensa en la crisis negada, en la descomposición de un gobierno, en la incapacidad para articular medidas. Sin una renovación clara los votantes seguirán pensando que es más de lo mismo. Pero, como una pesada losa, su discurso también es criticado. Queda aún tan cercana la herida abierta por  Zapatero que todo son reproches. Cuando se pone énfasis en desmontar las políticas de austeridad, alguien siempre saca a colación que el déficit llegó a ser del 11% del PIB con los socialistas en el poder. Cuando se mira hacia al independentismo en Cataluña, todo el mundo recuerda al ex presidente diciendo «Aceptaré el estatuto que salga del Parlamento catalán». Y así fue. El PSOE como gran partido de Estado ve erosionado su poder poco a poco. Otros crecen –UPyD o IU- mientras él retrocede o se estanca. El sentido discurso de Javier Fernández venía en esa misma línea. «Somos el PSOE», llegó a decir evocando al orgullo de un pasado glorioso. Algo así como cuando un grande en fútbol (Madrid o Barcelona) va perdiendo  por cuatro goles en el descanso. Su entrenador les hablaría de la misma forma que lo hizo Fernández ante sus compañeros.

Para calmar ánimos, ya quedó claro que el Comité Federal fijará unas primarias. Rubalcaba las abrió, no sólo al bajar la cantidad de avales necesarios para presentarse, sino también para que cualquier ciudadano pueda participar previa inscripción. Un remedio de urgencia, una pequeña holgura en la cuerda que cada vez  aprieta más el cuello político. Gana tiempo pero no soluciona nada: el Gobierno popular vende a bombo y platillo una recuperación económica, mientras que el PSOE sigue sin discurso ni líder.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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