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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Sin reformas.

En nuestro paraíso natural el cambio siempre está mal visto. La visión cortoplacista -yo diría que conservadora a ultranza- se impone hasta lograr que todo permanezca como antes. Da igual, la crisis, los más de cien mal parados o que día sí y día también cierre alguna empresa:  lo importante es mantener siempre las mismas estructuras aunque éstas se manifiesten ineficientes. Es el caso del tamaño del sector público asturiano. El Gobierno de Javier Fernández lleva ya dos reformas con tímidos resultados. Ha pasado de tener 80 sociedades en el entramado a 70. Ojo, todo ello siempre a regañadientes y por la presión que se ejerció desde el Gobierno central. De haber sido por los socialistas, nada, absolutamente nada, hubiera cambiado. Consideran que éste es el tamaño mínimo para que nuestra autonomía funcione. Nada más alejado de la realidad. El sector público asturiano podría haberse  rebajado aún más sin que, ni mucho menos, lo hubiese notado el funcionamiento de la Administración. Bien al contrario, se hicieron superfluos recortes de cara a la galería y poco más. Vean si no el caso de la empresa constructora Sedes, la única empresa que el Principado se plantea vender. Sí, en pleno siglo XXI la autonomía tiene una promotora –que edifica chalés en la costa, o pisos en las ciudades- en sus manos. Nada lógico, si tenemos en cuenta que este sector está cubierto de sobra por la iniciativa privada. Pues bien, el valor contable de  su participación está cifrada en 27,2 millones de euros, el real se acerca a cero. Quiero decir que una empresa completamente descapitalizada en la situación actual, se plantea ahora ponerla en venta. En cambio, nunca se ofreció a los inversores cuando la construcción funcionaba. Esto es, cuando la vaca ya no da leche se quiere vender: raro será que alguien la quiera. Lo mismo podemos decir de su participación hotel Reconquista de cinco estrellas mediante Hostelería del Principado S.A. (Hoasa). Aquí el gobierno asturiano también quiso vender, pero la negativa a ultranza de IU lo impidió. Tenemos, pues, un sector asturiano que es constructor, hotelero (que hasta ahora también era propietario del hotel de la Rectoral de Taramundi)  y hasta que explota directamente la Inspección Técnica de Vehículos. Ya me dirán si no hay margen para adelgazar o, por lo menos, hacer de todo este entramado algo más sensato.

Sin embargo, la consigna del gobierno de Javier Fernández es que nada se mueva. Todo tiene que seguir igual que antes, puesto que, como digo, parece que vivimos en otra realidad. A los nuevos problemas, viejos remedios. ¿Reformas? ¿Para qué? La consigna es seguir igual que siempre. Si hay que crear empleo ofrezcámosle dinero fresco a los agentes sociales. Estos diseñarán castillos en el aire y así pensamos que estamos haciendo algo. Sigamos con una Administración inflada, puesto que, si hay que recortar, para eso está el capítulo de las inversiones. La Asturias que nunca cambia, que vive en el pasado sin querer reformar, está ahora más presente que nunca.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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