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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Revolución de barrio.

A simple vista lo ocurrido en Burgos parece desmesurado. Sin conocer la intrahistoria, insisto, el que la reforma de una avenida acabe en una auténtica guerra urbana es del todo punto ilógico. Tiene que haber algo más. Mucho cansancio y crispación por parte de una población cansada de la crisis económica, supongo. El efecto acción-reacción se muestra profundamente desproporcionado. 130 miembros de la Policía Nacional para controlar la situación, más de 100 contenedores quemados, ataques a mobiliario urbano y sucursales bancarias, 40 detenidos entre ellos 11 menores… En fin, tal parecen las cifras de una gran manifestación – contra el paro o la crisis, por ejemplo- que acabó en incidentes. Pero no, estamos hablando, repito, de la apertura de un bulevar en el barrio del Gamonal que estaba en el programa electoral del partido que ganó las elecciones. Imaginemos, por ejemplo, el caso de Gijón. Mi ciudad levítica. Allí en 2005 con objeto del nuevo Plan General de Ordenación hubo mucha oposición. Tanta, que se produjeron protestas por parte de muchas personas que nunca (o casi) habían acudido a una manifestación. Sin embargo, fueron del todo pacíficas y, al final, el movimiento ciudadano, ganó la batalla en los tribunales consiguiendo que se anulase dicho plan. En Burgos, o por lo menos yo no lo he oído, ni se consideró el periodo de alegaciones que tiene cualquier obra municipal; ni el recurso de los tribunales. Los ciudadanos se pusieron en pié de guerra cuando aparecieron las máquinas. Toda una revolución de barrio que, sociológicamente, debería de ser analizada. Algo así como en Túnez, donde, la muerte de un joven, desencadenó lo que se llamó la «primavera árabe». El Ministerio del Interior habla de grupos violentos que se desplazan de forma itinerante. Bien, ¿y por qué fueron a parar allí? ¿Quién los convocó o avisó de esa situación? ¿Van a aparecer por otra ciudad donde haya una protesta vecinal? ¿Qué están de gira?

El caso es que el Alcalde ha parado la obra. Dice que va a buscar más consenso  creando comisiones de trabajo conjuntas. La reacción ciudadana le asustó. No se lo esperaba. Si ahora, en cualquier otra ciudad, una obra cualquiera no es admitida por los vecinos, ¿utilizarán el método del barrio de Gamonal? ¿Acabará ese grupo reducido de violentos adueñándose de la protesta? ¿Se producirá el mismo efecto del 15-M donde todas las plazas de España se llenaron de acampadas? ¿Hubiera ocurrido lo mismo durante los años de bonanza económica? ¿No estarían algunos aplaudiendo la inversión municipal de 8,5 millones de euros aunque no fuese necesaria?

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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