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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Chispa de codicia.

Sorprende ver lo asustados que se muestran los directivos de Coca-Cola. No los de su embotelladora (Iberian Partners), sino los de Atlanta a través de su director en España, Marcos de Quinto. Una y otra vez, el presidente, insiste en desvincularse de la decisión tomada por el grupo familiar que capitanea Sol Daurella; señalando que ellos sólo proporcionan el jarabe mágico y los españoles el envase. Demasiado tarde, la multinacional promovió este cambio y ahora tiene miedo por la fuerte caída en las ventas. Tan clara en febrero que está causando auténtica alarma. La gente reacciona al conocido ERE dejando de consumir el refresco. En Madrid – una de las cuatro plantas afectadas por el cierre- ha llegado a ser en torno al 40%. Hecho que constato empíricamente con algún que otro hostelero que conozco. «Mira», me dicen, «cuando alguno pide Coca-Cola el resto del bar se lo recrimina». No vayamos ya a las redes sociales porque allí, ciertamente, es un clamor. Y, desgraciadamente para los americanos, no se distingue lo uno de lo otro, el contenido del continente, la bebida que trae la felicidad de la que manda trabajadores al paro. No, no es sencillo separar todo eso y, según parece, la dirección de la multinacional hizo cálculos infravalorando efectos colaterales. Quizá, pensó, en un país con un 26% de paro nadie se va a fijar en otro ERE. La noticia, puede, saldrá en algún medio de comunicación para luego ir agotándose con el paso del tiempo. Nada más lejos de la realidad. La sensibilidad ciudadana por el empleo es máxima. Cualquier información sobre el trabajo –véase los medios digitales- es la más leída. Se equivocaron los del poderoso refresco de cabo a rabo y ahora están pagando las consecuencias. Todo tiene un precio.

Así y todo, ésta no es más que una historia de codicia. Sol Daurella, jefa de todo el tinglado de la embotelladora, admite tener un patrimonio en Luxemburgo –que no España- de 150 millones de euros.  El margen que obtiene en sus plantas, al no tener competencia, se estima en un 50%. Los dos principales accionistas de la planta de Madrid, antes de integrarse en Iberians Partners, se repartieron en beneficios 300 millones de euros. Entonces, ¿por qué está medida? Pues porque quiero más y en Estados Unidos también quieren reducir sus franquicias mundiales. Todo a base de recortar empleo, cuando, bien a las claras, es el material humano quien produce estos resultados.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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