El paro es un problema inmenso en este país. Sí, ya sé que con esto no digo nada nuevo ni original. Todos somos conscientes de sus cifras y las repercusiones que tiene. Sin embargo, muchos todavía siguen pensando que, una vez iniciada la recuperación económica, el desempleo va ir bajando hasta quedar en una cifra similar a antes de la crisis. Y ahí está precisamente el problema: que lo dudo mucho. La última Encuesta de Población Activa (EPA) deja el número de desempleados en 5,9 millones. El Gobierno, intentando insuflar optimismo, prevé que en dos años creará 600.000 puestos de trabajo. O sea, que la cifra bajará aproximadamente hasta los 5,3 millones, lo cual, a todas luces, sigue siendo una barbaridad. Ojo, y todo con ello con una economía –según las previsiones macroeconómicas del Gobierno- creciendo ya en 2017 hacia el 3%. Dicho de otra forma: la reducción del desempleo no deja de ser muy lenta aunque el ritmo de la economía crezca. ¿Por qué? Indaguemos un poco en la masa del desempleo y encontraremos la respuesta. Las estadísticas dicen que de esas 5,9 millones de personas, dos apenas tienen la ESO y uno ni siquiera la han acabado. Esto es, nos encontramos con desempleados sin cualificar herederos directos de la burbuja inmobiliaria: personas que dejaron su formación para irse a trabajar a una obra. Lugar, sin duda, donde ganaban mucho sin tener que pasar por años de estudio. Ahora, con el hundimiento de la construcción, todo esta ingente cantidad de trabajadores forman parte de lo que se llama el paro estructural: llevan ya más de dos años en el desempleo. Sus posibilidades de encontrar trabajo son escasas, puesto que, a todas luces, el único sector que crece con ganas es la exportación. A la postre: empleos con cualificación. ¿Qué les queda? Pues, o bien la emigración como están haciendo muchos, o bien reengancharse a otro sector intensivo en mano de obra como el turismo. En resumen, absorber toda esta masa laboral sin cualificación no es ni mucho menos sencillo. Volver a tener niveles de paro europeos –alrededor del 10% en el peor de los casos- se me antoja ahora mismo imposible. Más bien, tal y como dicen los organismos internacionales, acabaremos conviviendo con un paro estructural muy alto: sobre el 20%. Sólo el reciclado en busca de una mayor cualificación, junto con que la construcción vuelva otra vez a niveles normales; puede buscarles una salida.
Mucho se habló en su día del cambio de modelo económico: de la época del ladrillo a la del I+D. El expresidente Zapatero lo señalaba como si se pudiese hacer apretando un botón: pasar de un andamio a un laboratorio porque así le interesaba al Gobierno. Nada de eso. El paro sigue los ciclos de otro sector intensivo en mano de obra: el turismo. Baja en verano y tiempos de vacaciones para crecer después. El modelo económico, para una gran cantidad de mano de obra, es el mismo de antes de la crisis, eso sí, sin la construcción. Y que nadie se engañe: el problema no tiene solución de hoy para mañana.