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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Fracaso.

La paralización de la autopista del mar no deja de ser un fracaso. Y mayúsculo, diría yo. Fracaso de la naviera LDLines que no ha sabido sacar ventaja a cuatro años de explotación de la línea en monopolio, fracaso de los gobiernos español y francés que se han puesto ha negociar casi justo cuando el último barco zarpó, fracaso del Principado que tal parecía que la cosa no iba con él y fracaso, obviamente, de El Musel que podía haber hecho mucho más. En definitiva, fracaso de todos los que tenían que deberían haber echado el resto para su continuidad. Ahora, según parece, se quiere restablecer el servicio a base de renovar las subvenciones. Mal asunto. Acostumbrar a la naviera al dinero público sólo prolongará la vida de la autopista del mar otro año. Cuando se acabe la subvención, otra vez a lo mismo. Digo más, tal y como yo lo veo la conexión Gijón-Saint Naizare está muerta. Le surge la competencia de Vigo y encima la incertidumbre en la que se ha movido la ha acabado de matar. Imagínense una empresa de transporte que hubiese decidido llevar sus camiones a través de El Musel rumbo Francia. De repente, se encuentra con que LDLines le deja de vender billetes en septiembre. Luego, que si está negociado y se va a quedar si le garantizan las subvenciones. Finalmente, suspende el servicio y siguen las conversaciones para que vuelva. ¿Acaso no hubiese dicha empresa buscado otro puerto donde embarcar? ¿Alguien cree que una compañía de logística se puede mover en esta agonía? Desde luego, desconozco si habrá continuidad para la autopista del mar de Gijón. No obstante, hasta sus propios socios han trabajado con denuedo para su hundimiento. La naviera asturiana Suardíaz –propietaria del 10%- ha empezado a mandar cartas a los clientes para embarcarlos por Vigo. Lógicamente, allí son propietarios mayoritarios y les interesa más. Quieren aprovechar, como digo, esta especie de sinvivir absoluto en la que se había convertido la conexión. En resumen, nos hemos quedado, de momento, sin autopista del mar. Puede que vuelva -si se le unta a esta naviera u otra, claro está- pero bajo negros nubarrones. Dudo que un operador ponga todos los huevos en la cesta de El Musel vista la experiencia. Digamos que siempre andarán, visto el percal, insisto, con la mosca detrás de la oreja.

¿Creen que esta noticia tan mala para la economía asturiana ha causado alarma social? Pues no, quizá hoy se esté más preocupado por el referéndum sobre Escocia. Mientras el dinero de las pensiones fluya no hay nada que temer. Si una oportunidad de oro para la creación de riqueza como es una autopista del mar se pierde: ¡que más da! A mí háblame de mío y que me ingresen el uno la paga. Más o menos, lo que debe pensar el señor de la foto.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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