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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

De baja calidad.

Asturias es una autonomía de baja calidad. Sí, y me atrevo a decirlo en base a hechos, no sólo palabras. La actividad legislativa del Parlamento, amén de ser escasa, encalla cada vez que intenta modernizar nuestro arcaico sistema democrático. Los partidos mayoritarios (PP-PSOE) se abonan al «que todo siga igual» de forma eterna. Esta semana había una propuesta para cambiar el sistema de elección presidencial. Es decir, que después de los comicios del próximo año el candidato mayoritario se someta a los votos de la oposición. Vamos, que puedan decirle simplemente «no». Actualmente, en un anacronismo incompresible en pleno siglo XXI, la recién elegida cámara sólo tiene dos opciones: o vota a favor, o se abstiene. Algo, por cierto, que pocos (o ningún) parlamento del mundo practica. De tal manera es así, que un único diputado –si todos los demás se abstuviesen- elegiría a nuestro presidente. Exactamente igual que sucedió con la posibilidad de convocar elecciones anticipadas. La presente es la primera legislatura que se ofrece y, encima, de manera capada. O sea, no se puede convocar ni durante el primer año ni el último. Como vimos, Álvarez-Cascos utilizó la fórmula al no ver aprobado su presupuesto; pero podría haber estado flotando cuatro años. Durante toda nuestra autonomía, aunque todos los diputados se hubiesen vuelto tontos –algunos más de lo que fueron, por cierto- tendríamos que haberlos aguanto sin mayor remedio. Ni más, ni menos.

También es reciente el debate sobre la comparecencia del Presidente asturiano a las preguntas de la oposición en sede parlamentaria. En la actualidad, se le ve una vez  al mes en un debate con turnos de palabra obsoletos: el Presidente es el que tiene las de ganar. Llevábamos ya casi un mes y los partidos de la oposición no se ponían de acuerdo: que si cada semana, que si cada quince días… Al final, quedó esta última opción. Javier Fernández se presentará en  la calle Fruela 13 cada dos semanas. El problema, sin duda, es que este nuevo formato entrará en vigor a finales de octubre. Quizá veamos a Fernández en noviembre, pero diciembre y enero están ya las vacaciones de Navidad. Luego, llega febrero y marzo, pero abril entrará de lleno en tiempo electoral. En resumen, las comparecencias serán más bien escasas; aunque se ha tenido toda una legislatura para poder desarrollarlas. Eso sí, cuando las cosas interesan vuelan. Lo del voto emigrante -gran granero electoral- se cambia y promueve a la más mínima, además de facilitarlo a generaciones que nunca en su vida pisaron (ni pisarán) Asturias.

Vivimos, pues, en una autonomía imperfecta. Que va renqueante en cuanto a modernizar la democracia que nos ampara. Si la democracia es de baja calidad, las instituciones exactamente igual. Los asturianos permanecen ajenos a la vida parlamentaria del Principado por una sencilla razón: tienen la sensación de que no pueden cambiar nada. La mecánica democrática obsoleta que viene ya desde el 78, se perpetúa sin que realmente se quiera modernizar. El sistema electoral, dividido en tres circunscripciones, no tiene en absoluto ningún sentido. Pero, ¿creen que alguien (salvo UPyD) lo quiere cambiar por convicción o para que cualquier asturiano se sienta más representado? No, de ninguna manera. Se hace en función del interés electoral: a los partidos grandes les conviene que siga como está, a los pequeños la circunscripción única. Todo va en función, como en el tema del voto emigrante, repito, del color del cristal con el que se mira.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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