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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Estimada ministra Ana Pastor.

Se le tengo que decir: estuvo usted frívola el otro día. Sus declaraciones sobre el plan de vías de Gijón estuvieron mal, rematadamente mal. A mí como gijonés me sentó fatal el juego de palabras que se inventó. Quizá para hacer un chascarrillo en medio de una refriega política, pero, he de decírselo otra vez, sin ninguna gracia. Le recuerdo que, al ser preguntada por la operación que lleva ya doce años en marcha, dijo «Gijón perdió el Norte». En referencia, claro está, a la sociedad pública que lo gestiona -«Gijón al Norte», se llama el inútil engendro- y que hace las cosas peor que mal. Por cierto, de la cual su ministerio es titular mayoritario y preside a través del Secretario de Estado de Infraestructuras. Mire usted, como le digo, en un día lejano del 2002 se puso en marcha lo que decían iba a revolucionar Gijón. Previamente, se había ido excavando un túnel –el del metrotrén, ¿recuerda?- que lleva ahí parado desde 2008. Una inversión de 106 millones de euros para 3,9 kilómetros que no sirven para nada. Es más, su mantenimiento anual cuesta al ministerio 211.000 euros porque si no, obviamente, acabaría inundándose. Además, de todas las actuaciones que presuntamente iban a realizarse solamente hemos visto tres. Levantar la parrilla de vías dejando un infame solar en el centro de la ciudad, construir una estación provisional  (12 millones de euros) que será la definitiva y derribar una de las estaciones que existían. Sí, porque la otra –la del Humedal- ya tenía que haberse empezado a demoler en septiembre y, ya ve, estamos en octubre. Digo más, el culmen del despropósito y la descoordinación estuvo en mandar una máquina para echarla abajo cuando estaba gente allí trabajando. Por tanto, señora Pastor no tuvieron gracia (ni puñetera) sus declaraciones. Sí, es verdad que el proyecto era faraónico y ligado a unas plusvalías inmobiliarias que ya no son tanto. Que toda la culpa, en definitiva, no es de usted; pero, entiéndanos ministra, los que sufrimos esta insoportable situación somos nosotros. Debemos ser la única ciudad del Norte de este tamaño que no tenemos estación de autobuses. Dependemos del apeadero de una empresa privada, cuando no de dejar a los pasajeros tirados por las aceras. Si usted visita el conocido como «solarón», o sea, la zona que quedó libre de vías, verá que corren por ella unos animalitos negros. No son gatos, sino ratas. Es tal la inmundicia que, entre la basura existente y los campamentos de personas sin techo, la realidad es insostenible. Vivimos tal y como si fuera la zona cero de un desastre. Por eso, permítame que se lo diga una vez más: sus palabras me causan indignación. Usted conoce el problema pero no le quiere dar solución. A la estación de Vigo le acaban de inyectar 70 millones de euros, mientras que para aquí no hay ni un euro. Si lo podemos sacar vendiendo los solares, estupendo, si no a seguir así. Per saecula saeculorum. Usted ha dicho reiteradamente que no iba a poner fondos públicos para financiar la operación y con ello nos condena. Como doce años no son nada, siga así ministra, haciendo chistes.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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