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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Marrón.

En Asturias las relaciones entre PSOE y PP nunca fueron blanco contra negro. Quiero decir que durante muchos años se mantuvieron en tonos marrón. O sea, demasiadas veces parecía como si cada uno tuviese diseñado su papel de antemano sin ninguna confrontación. El PSOE, evidentemente, ejerciendo el poder y el PP, en cambio, haciendo de oposición. Suave y de forma tal que el estatus se mantuviese legislatura tras legislatura. Tal fue así que, cuando Ovidio Sánchez era presidente de los populares, sus campañas estaban diseñadas para ser el eterno aspirante. Incluso, fíjense, hasta descansaba los domingos. Esa forma de actuar hizo, claro está, que todo el mundo se acomodase. Si en un restaurante das mala comida y tus clientes nunca protestan, ¿para qué vas a cambiar? El PSOE sabía de sobra que siempre iba a ganar, mientras que al PP sólo le interesaba retener Oviedo: su joya de la corona. Unos renunciaban a hacer una oposición efectiva en la capital y los otros en el Principado. Sin embargo, la llegada de Álvarez-Cascos dinamitó la situación. Entonces, ya no resultaba tan cómoda la política de la «Vieja Asturias». Alguien había puesto el dedo en la llaga y denunciaba que el Partido Popular no era más que un grupo perdedor. Un conjunto de diputados cuyo único fin estaba en no molestar demasiado al PSOE.

La aprobación del presupuesto para 2015 tuvo un cierto tufo a lo anterior: a los tiempos donde cada uno buscaba su lugar de forma premeditada. Resulta sorprendente que el PP le convalide un presupuesto al PSOE en año electoral a un precio tan barato. Una bajada fiscal que no veremos hasta 2016 y alguna cosita más. Como digo, un coste ridículo en comparación con lo que van a ganar los socialistas. Javier Fernández se va a presentar en mayo del año que viene con unas cuentas para vender, mientras que el PP no verá los resultados de sus propuestas hasta el siguiente. Una negociación pírrica que sólo puede tener un fin: que Foro no llegue en ningún caso al gobierno. Es decir, los populares prefieren que gobierne el PSOE a que lo haga Cascos. Mercedes Fernández dice que es por el bien de los asturianos, pero ni intentó en su día formar ejecutivo con Foro. Cascos tuvo que convocar unas elecciones anticipadas –gran error del que un día hablaremos- y perderlas para que volviesen los socialistas. El leitmotiv del actual Partido Popular no es más que hacer trizas al partido de Álvarez-Cascos. Algo así como cuando en un divorcio uno de los cónyuges se confabula para acabar con el otro, aunque sea a base de perjudicarse.

¿Y es ésta una buena estrategia?
Sin duda, no. Mercedes Fernández desconcierta a su electorado. El que haya apuntalado a los socialistas en año electoral le va a resultar difícil de explicar. Ese discurso  sobre el interés general de los asturianos –cuando, repito, derribó al gobierno de Foro al rechazar su presupuesto-  tiene poco recorrido. Más bien, la sensibilidad de centro-derecha entiende que existe una intención clara de volver a lo mismo: a la eterna oposición. Si Mercedes Fernández creyese que iba a ser presidenta del Principado después de los próximos comicios, ¿acaso haría cosas así? ¿Acaso sostendría a los socialistas por una bajada de dos puntos en el IRPF? Un partido que quiere llegar al poder, ¿da oxígeno al gobierno de turno o intenta que llegue a elecciones lo más deteriorado posible? Vuelve el marrón a la política asturiana.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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