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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Impredecible.

Francisco Álvarez-Cascos es un político impredecible. Sus decisiones siempre han cogido con el paso cambiado a todo el mundo. Un buen día, hace más de cuatro años, decidió abandonar el Partido Popular después de haberlo sido todo. De sopetón y sin previo aviso. Imagínense: la noticia se conoció en Año Nuevo cuando ni siquiera había periódicos en papel. Después de alcanzar el gobierno del Principado y debido a que no le aprobaron unos presupuestos,  convocó unas elecciones inesperadamente. Grave error. No sólo llevó a su partido a la oposición, sino también a él mismo al ostracismo. Ser un diputado de infantería no es a lo que había venido Cascos. Esa decisión –el no seguir gobernando como ha hecho Javier Fernández a base de prórrogas y pactos- pienso que fue crucial. Tanto que ahí, al frente del Gobierno asturiano, podía haber montado una estructura sólida de partido como ha ocurrido en Gijón. Carmen Moriyón, la actual alcaldesa, se ha consolidado merced a su mayor visibilidad y buen trabajo. También sufrió prórrogas y zancadillas de la oposición, pero, ojo, está mejor que nunca. Sin embargo, ahora el padre político nos dice adiós y sus hijos dudan. Muchos pensarán que su figura es insustituible y en buena medida así es. Para la mayoría del electorado, Foro es Cascos y Cascos Foro. Intentar convencerles de lo contrario, en tan corto periodo de tiempo, va a resultar difícil. Y más, como dije, si tenemos en cuenta que ningún miembro de Foro Asturias se ha podido consolidar (salvo Carmen Moriyón, claro está). La decisión de Álvarez-Cascos, sin duda, tiene una lógica irreprochable. Es cierto que el electorado pide en estos momentos regeneración. Valledor, Mercedes Fernández o el propio Javier Fernández son políticos muy veteranos. Vistos hasta la saciedad por el electorado. Ahora bien, Cascos regresó exactamente para eso: renovar la inmovilista política asturiana. Si obtuvo un éxito electoral sin precedentes –crear un partido y llegar al gobierno no lo conseguirá ni Podemos- fue porque generó un tsunami de ilusión entre los asturianos. Su retirada de la primera línea de la política –es lo que anunció el miércoles- deja en cierta manera un vacío. Ni la política asturiana se ha regenerado del todo, ni el propio partido está lo suficientemente cuajado como para caminar solo. En apenas cuatro años no da tiempo a hacer todo eso. La sensación que deja Álvarez-Cascos es agridulce: de una labor inconclusa. El próximo congreso de Foro en marzo servirá para despejar dudas internas, pero, en los comicios de mayo, se juega su futuro.

¿Asturias ingobernable?
Se prepara un Parlamento asturiano en forma de ensalada: con múltiples ingredientes. A las fuerzas que ahora conocemos podrían unirse dos más. Una, casi segura, que sería Podemos en su versión asturiana, junto con Ciudadanos que está emergiendo. En todo caso, vamos a tener que hablar de una posible cohabitación de hasta seis fuerzas políticas. ¿Mayorías absolutas? Ni hablar. Los grandes partidos (PSOE y PP) se verán más debilitados, mientras que las fuerzas de mediano y pequeño tamaño cobrarán protagonismo. ¿Una Asturias ingobernable? Puede que sí. Efectivamente, la dispersión del voto será importante. Ahora mismo, el electorado es tan voluble como el viento: unos días sopla para un lado y al siguiente al contrario. Las encuestas demuestran que se producen vuelcos de forma casi constante y en función de las circunstancias. Nunca la demoscopia lo ha tenido tan difícil. La gente está diciendo que vota a un partido y acabará haciendo lo contrario. En este terreno de juego, embarrado, disputar el partido resulta mucho más complicado. Nada está claro más que una cosa: gobernar Asturias la próxima legislatura va ser más difícil  que nunca.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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