En UPyD no sorprende su crisis, sino la velocidad a la que se produce. El partido está en auténtica descomposición. Va perdiendo militantes, votantes y cargos como si fuera un meteorito entrando en la atmósfera. Yo no recuerdo un caso igual desde lo del Centro Democrático y Social (CDS). Cuentan los que pertenecieron al partido de Adolfo Suárez la siguiente anécdota. La noche electoral, cuando perdió toda su representación, los militantes se dispusieron a llamar a las sedes para comentar lo sucedido y darse ánimos. Fue imposible. Nadie cogía el teléfono. Habían abandonado los locales casi sin cerrar la puerta. UPyD lleva camino de eso. La desbandada –preferentemente hacia Ciudadanos, claro está- es general. Y, ojo, sólo ha habido unas elecciones en Andalucía. Rosa Díez prefiere hundirse con el barco a soltar el timón. Convocó, forzada por las circunstancias, un Consejo Político donde fue refrendada con denuedo. Lógico, eran sus fieles. Díez blindó los órganos de dirección para casos como éste. ¡No sabe nada al ex del PSOE! Allí, sólo se escuchó la crítica de Toni Cantó que -sorprendido por el apoyo incondicional a la Presidenta- al final ha tenido que dimitir. De esa pantomima, podríamos llamarla así, surgió el acuerdo de realizar un Congreso extraordinario después de las autonómicas del 24-M. Cuando ya, prácticamente, no quede nada del partido. El varapalo va a ser tan grande –incluso perdiendo toda su representación en Madrid, según una última encuesta- que será imposible la reconstrucción. Sólo recoger sus cenizas. El momento de tomar decisiones era ahora, no después de que se produzca la debacle. Lejos de eso, Rosa Díez ha preferido enrocarse. Se mantiene en su búnker moviendo tropas imaginarias igual que Hitler en sus últimos momentos. Dice por las redes sociales que es el momento del trabajo y la unidad. Ya, pero, a todas luces, el partido que iba cambiar España ha terminado igual que los demás. Siendo, sin duda, una formación tradicional con un liderazgo de hierro similar a las que aborrecía.
Porque, si de algo podemos acusar a la Presidenta, es de haber construido un gigante con pies de barro. Si se dan cuentan el declive de los magenta comenzó en las Europeas. Consiguieron un resultado mejor que el que tenían, pero insuficiente para sus expectativas. Los titulares se los llevaron Ciudadanos y, sobre todo, Podemos. Ahora, viendo el desastre de las Andaluzas, debemos tener claro que UPyD tenía mucha mayor representación que base social. Lo difícil en política muchas veces no es llegar, sino mantenerse. Aglutinar a un electorado fiel en torno a un proyecto. Díez consiguió un gran apoyo en poco tiempo y, a la velocidad de la luz, lo ha acabado perdiendo. En buena medida porque su política hacia las discrepancias ha sido siempre la misma: que no toquen los c… Miren si no cómo manejó el caso de Sosa Wagner, igual que si de una purga estalinista se tratase. O el constante goteo de bajas –achacado al crecimiento, decía- que no supo parar. Más bien, le daba exactamente igual. Su presidencia fue llevada como una especie de despotismo ilustrado: todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Lo que sube de forma rápida, suele caer a plomo. Que tome nota Ciudadanos porque les puede suceder lo mismo.
Y ahora una gestora en Asturias.
A eso se le llama echar gasolina al fuego. Si de algo puede presumir el partido en Asturias es de la fidelidad hacia su persona. Es más, tuvo que soportar que le impusiese un pacto con los socialistas, en una rueda de prensa que pasará a la historia. En ella, recogido por los micrófonos, iba dictando a su diputado, Ignacio Prendes, lo que tenía que decir. Vergonzoso. Fue criticar la línea seguida por parte de éste y ya se ha encontrado con una gestora de frente. Ha disuelto todos los órganos de dirección de un plumazo. No le ha temblado el pulso en absoluto. Saturno devorando a sus hijos. Se ha comido, no sólo a los dirigentes de la formación, sino también a los militantes que iban a expresar tal día como hoy su opinión en una asamblea. Triste y patético a la vez.