Definitivamente, la Zona de Actividades Logísticas e Industriales de Asturias (ZALIA) es un ectoplasma: un fantasma que se mueve entre dos mundos. Uno, el que debería ser y otro, el que realmente es. Nacida con las ínfulas de un «grandonismo» insoportable –cuatro millones de metros cuadrados iba a ocupar- hasta ahora sólo ha vendido una parcela. Abrir la comercialización a agentes externos tampoco le ha servido de mucho. El suministro eléctrico, por ejemplo, es limitado: como quieras enchufar alguna máquina potente lo llevas claro. Y, por si fuera poco, el primer vial que se va a construir se encuentra con problemas. Efectivamente, el 19 de noviembre del año pasado, el Principado, licitó los 4,2 kilómetros que constituirían el acceso rodado desde el polígono de La Peñona. Sin embargo, los contratiempos han surgido a las primeras de cambio: la empresa constructora se ha encontrado con tuberías que tiene que desviar y solicita compensaciones. Mientras tanto, el suelo industrial en nuestro paraíso natural no para de crecer. HUNOSA va a sacar a la venta más de un millón de metros cuadrados en el área central asturiana. De hecho, en su primera fase, plantea poner en el mercado 186.000 a precios que bajan hasta los 32 euros por metro cuadrado. Para que se den una idea, la ZALIA tenía como referencia por encima de los 155 euros. A esto hay que sumar, que SOGEPSA –ojo, otro millón de metros cuadrados- también liquida su stock en cuantías bastante inferiores: 100 euros. Por tanto, cuando se quiera dar cuenta, la gran zona logística del Norte (así se vendía), va a estar rodeada por un mar de suelo industrial barato y, quizá, en mejores condiciones. La historia de la ZALIA, pues, es un quiero y no puedo constante. Quiere tener una estación intermodal –con ferrocarril incluido- pero sólo en base a un proyecto subvencionado desde Europa. O sea, que probablemente –cuando haya que poner 33 millones de euros encima de la mesa- se quedará en eso: un dibujo. Quiere ser el motor de la economía, pero, en realidad, depende del crecimiento del «gran Musel» que todos sabemos cómo está. Quiere ser una referencia para el siglo XXI y ni siquiera llega a la categoría de polígono industrial de segunda fila. Cualquiera de los que se encuentran por Gijón, no lo duden, están mejor comunicados y ofrecen más garantías a las empresas que se quieran instalar.