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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

El eje del mal.

El «caso Pokemon» es un ejemplo de corrupción de baja densidad. De cómo una empresa, al igual que si se tratara de un gusano con la manzana, se va comiendo la estructura de un partido poco a poco. Infiltrándose hasta la médula a través de sus cargos más básicos a base de prebendas. La empresa Aquagest –el eje del mal en todo este asunto- no utilizaba comerciales para conseguir contratos con los ayuntamientos, sino a políticos. Su acción comercial consistía en doblegar voluntades mediante regalos envenenados. Hoy un viaje, mañana unas entradas para el fútbol, o pasado quizá un arreglo en casa como presuntamente sucedió con Joaquín Aréstegui; el ex presidente de Avilés del PP. El caso es que las conversaciones –grabadas en el sumario instruido- no tienen desperdicio. Sus directivos hablan claramente de buscar «abrelatas»: políticos (o ex) bien relacionados a los que colocar como peones en una partida de ajedrez. Fue el caso, claro está, de Joaquín Fernández, ex vicesecretario de comunicación de los populares. De quien ahora, por cierto, tenemos, como pieza fundamental en toda esta supuesta trama de corrupción, una contabilidad con gastos detallados. El ex alcalde de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo, dijo en rueda de prensa que era amigo de Fernández y que hacían viajes juntos. Le daba el dinero y  se encargaba de liquidarlo todo, aseguró Caunedo. Sin embargo, lo que no cuadra es la dichosa contabilidad. Cuando viajas con una persona de tu confianza, que yo sepa, nadie lleva un registro tan riguroso. Da la sensación de que Joaquín Fernández, con los apuntes intervenidos por la policía en su ordenador, tenía que dar cuenta a alguien de los gatos producidos. Si no, tampoco se entiende tanto alarde contable para un simple viaje de placer entre colegas. Y, al igual que sucedió con la Gürtel a nivel valenciano, «Pokemon» está haciendo un daño tremendo al PP asturiano. Casi poniéndolo, a prácticamente un mes de elecciones, patas arriba. Sus cargos miran con temor los medios de comunicación cada día, en espera de la noticia o foto obscena que salga a la palestra. Tienen miedo de que la cosa, obviamente, no acabé ahí. De que se vayan sabiendo más capítulos de esta historia que comenzó en 2013 con la detención del «conseguidor» Fernández. Ahora, queda lo más importante: tomar decisiones. Las cartas están encima de la mesa y a Mercedes Fernández le toca mover ficha. Se cree o no la versión de Caunedo. Se hace algo o sigue como si no hubiese pasado nada. Se actúa o espera a que se vayan filtrando más partes del sumario para escarnio público. Tempus fugit: el tiempo huye como una sombra.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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