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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Siempre los mismos.

En el borrador de presupuestos presentado por el Gobierno asturiano hay nuevos impuestos. Dicen que son medioambientales, pero, al final, el dinero recaudado servirá para cualquier cosa. Rellenar agujeros, por ejemplo. El caso es que son dos: sobre residuos urbanos e industriales y bolsas de plástico. Verán, los impuestos sobre la industria me resultan particularmente antipáticos. Debemos ser el único territorio que penaliza aquello en lo que destaca. Asturias tiene una participación de la industria sobre el PIB superior a España. Incluso dentro de los parámetros que recomienda la Unión Europea. Sin embargo, erre que erre, seguimos sin querer conservar semejante ventaja. ¿Qué sería de Gijón sin Arcelor-Mittal, Duro Felguera o toda la industria del metal? Un páramo, un desierto económico donde la gente se dedicaría a pasear de forma compulsiva por El Muro. Dicen que no tiene afán recaudatorio – las cantidades a ingresar previstas gravando los residuos industriales son modestas- y la pregunta que surge entonces es obvia: si no va a servir para incrementar los ingresos de forma significativa, ¿para qué se ponen? ¿Para molestar, quizá? Lo de las bolsas plástico casi es un mal menor. Muchos vamos a la compra –ya por costumbre- con la nuestra. Ahora bien, si se nos olvida nos quieren cobrar 10 céntimos por bolsa: el doble que en la actualidad. Y lo tendremos que pagar a la fuerza, no nos va a quedar más remedio. En ningún caso, esperen que lo asuman las empresas del sector que trasladarán directamente su coste al consumidor. Pero quizá el que más nos va a afectar sea el de residuos urbanos. O sea, la basura. Tasa que pagamos junto con cada recibo de agua. De hecho, en Gijón ya hay un oneroso canon de saneamiento de 10 euros por vecino cada dos meses, que se suele incluir en la cuota de comunidad del edificio. Con el nuevo impuesto sobre residuos urbanos, la parte fija de la factura, la que no podemos evadir consumiendo menos, aumentará. Puede que según los cálculos no sea mucho, pero, al final, todo suma. Si tenemos en cuenta que, a la postre, van a ser tres nuevas figuras impositivas; dos las vamos a tener que soportar usted o yo. Digamos que la concienciación ecológica que pretende llevar a cabo el Principado, saldrá directamente de nuestros bolsillos. De aprobarse este borrador de presupuestos ahora presentado, como siempre, acabaremos pagando los mismos.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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