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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Método del sobrecoste (y II).

Las 61 actas del comité de gerencia de la Unión Temporal de Empresas (UTE) Dique Torres siguen dando sorpresas. La cosa no es ya sólo que la UTE sabía de sobra antes de empezar que su oferta económica era irrealizable, sino que también recibió injerencias por parte del Principado a la hora de contratar. Efectivamente, en una de las reuniones el entonces gerente de Dique Torres «añade que ha recibido una llamada del director general de Minas interesándose por la adjudicación de los trabajos a Ricardo Rubio». Empresa -¡oh casualidad!- que al final se llevó la explotación de la cantera de Aboño. Todo ello, pese a que su presupuesto había sido presentado fuera de plazo y ni siquiera fue solicitado por la propia UTE. Por lo visto, la llamada del director general de Minas, Industria y Energía del Gobierno asturiano debió tener sus efectos, ya que, incluso, se saltaron por alto la mala opinión que tenía el jefe del Departamento de Canteras sobre esta empresa. Es más, hasta le dijeron el precio al cual debía de ajustar la oferta: por debajo de los 7,5 millones de euros que tenían como referencia sus otros dos competidores. El porqué, para qué y con qué objeto intervino el director general de Minas en las relaciones de una empresa privada con su subcontratas es una incógnita. Ahora bien, el resultado ahí está. Esa coyunda –que tanto daño ha hecho- entre el poder político y empresarial parece también estar presente en la obra del Musel. El que un alto cargo del Principado hiciese variar una decisión de adjudicación, a mi juicio, es bastante significativo y denota el «modus operandi» de la gestión que se llevó a cabo durante la ampliación. Vean si no. Dique Torres – cuando se dio cuenta de que le era imposible acabar a los precios establecidos- planteó soluciones que rayaban lo delictivo. El relleno de los nuevos diques, al no estar respaldado por mediciones reales, se llegó a convertir en un problema de primera magnitud. Como «posibles acciones a tomar para disminuir la pérdida prevista» puso encima de la mesa «que se estudie hacer la mitad del relleno considerando que se cobra todo». Toma ya. O sea, imagínense que, a la hora de levantar un edificio, el constructor llega a plantearse para ahorrar costes, gastar la mitad en cemento. ¿Cuál sería el resultado? Exactamente el mismo que lo que hubiesen durado unos diques con la mitad del relleno.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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