Tiene razón la oposición municipal cuando dice que la reunión de ayer de la sociedad Gijón al Norte fue electoralista. Lo suscribo totalmente. Exactamente lo mismo que este otro anuncio: a unos días de ir a las urnas se licita por parte del Ministerio de Fomento el tramo entre Lloreda y Veriña de los accesos al Musel. Obra muy esperada y que podía haberse realizado mucho antes. Si nos ponemos estrictos, todo lo que se hace durante una campaña electoral tiene que ser visto a la fuerza desde ese punto de vista. De hecho, el propio PSOE, partido que se opone frontalmente al proyecto del plan de vías, hizo exactamente lo mismo que critica. En una rueda de prensa previa a esta reunión, la consejera de Fomento, Belén Fernández, despotricó todo lo que quiso y más sobre la nueva propuesta de Fomento y Ayuntamiento. La puso a parir. Vamos, que sólo le faltó decir que era un mojón: un montón de mierda. Según su versión, mover la intermodal desde Moreda a las inmediaciones del Museo del Ferrocarril, va a representar para la ciudad algo peor que todas las plagas bíblicas sobre Egipto juntas. Tan feroz ataque, pregunto, ¿no se entiende si no es en base a que estamos inmersos en una campaña electoral? ¿No es acaso también electoralismo puro y duro? Ustedes mismos. Dicho esto, de la reunión en sí esperábamos más. Mucho más, diría yo. Por lo menos, que se hubiese aprobado ya el nuevo diseño de la zona, además, claro está, de certificar que la intermodal va a ir a la altura del Museo del Ferrocarril. Por contra, el Consejo de Administración de ayer sólo sirvió para ratificar la continuidad de los estudios técnicos. Demasiado poco porque se tenía que haber conseguido un avance mucho mayor. Ahora, esa nave llamada plan de vías de Gijón queda a merced de los vientos que soplen desde Madrid. El nuevo gobierno que salga el 20-D puede hacer básicamente tres cosas. Una, seguir el camino emprendido; dos, volver al plan antiguo; y tres, no hacer nada. Probablemente, esto último, créanme, es lo que tiene más posibilidades de ocurrir. Lo de ayer me deja con un cierto regusto amargo. Se había avanzado bastante en la dirección correcta –buscar una mayor centralidad para la futura estación- pero no ha sido suficiente.