La obra de adecuación provisional del solar del plan de vías ha resultado sencilla en cuanto a su ejecución. Césped, unos bancos, farolas y abrir algún paso más de conexión con Poniente. Más fácil, digo, imposible. Ahora los gijoneses, por fin, podrán disfrutar de una zona que estaba echada a perder: prácticamente, una selva donde había hasta ratas (sí, que las vi pasar delante de mí más de una vez). Cuando lean esto –o a los pocos días- probablemente ya estará abierta para el solaz. Únicamente, se estaba esperando por el asentamiento de la hierba plantada. Sin embargo, la duda que me asalta es por qué algo tan simple no se hizo antes. Es decir, por qué hubo que llegar a los extremos de tener un vertedero urbano en el centro de la ciudad. ¿Fue acaso un tema de dinero? En absoluto, las cantidades para esta actuación –simple como el mecanismo de un botijo, repito- ya estaban consignadas en la sociedad Gijón al Norte desde hacía tiempo. Casi desde agosto de 2014 cuando se firmó un convenio para la adecuación. Además, tampoco representó un desembolso excesivo: sobre unos 450.000 euros. Entonces, ¿cuál fue el problema? Pues, simplemente, lo que muchas veces les digo: esa parte canalla de la política. La obra no se quiso ejecutar antes para que no coincidiese con las elecciones municipales de mayo del año pasado. La cuestión era que nadie –en concreto, el Ayuntamiento, claro está- sacase rédito político del tema. Por eso, tuvimos que esperar y ver cómo un escaparate de la ciudad acababa consumido por la maleza. Y queda aún una segunda parte. Actualmente, situarse en el paso entre Sanz Crespo y Mariano Moré es como estar en dos mundos diferentes. Uno, la civilización con un parque de nuevo cuño y su correspondiente pradera; el otro, una zona donde se podría rodar un programa del aventurero «Frank de la jungla». Una especie de selva urbana –similar a la que había antes en El Humedal- que tiene visos de convertirse en foco de insalubridad. Con el agravante, por más inri, de que ahí va a ir en principio la intermodal. Esto es, la parte del «solarón» que queda por urbanizar es donde están ubicadas las grandes infraestructuras del proyecto: estación de tren, autobús, aparcamientos… Por tanto, es más que previsible que su adecuación tenga incluso un periodo de espera mucho más largo. Ya ven, podemos celebrar que hemos eliminado una inmundicia y todavía nos toca lidiar con otra.