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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Sociedad civil.

En Gijón (y Asturias) falta sociedad civil y sobra política. Ese contrapoder tan importante en cualquier democracia que se precie y que está por encima de los partidos, simplemente en nuestro paraíso natural no existe. O, por lo menos, se la echa mucho en falta. Digo esto a tenor de cómo se está haciendo política en los últimos tiempos. Sin ideas, sin avances y a base de trincheras ideológicas que paralizan las instituciones. No tenemos presupuestos, ni propuestas, ni tampoco acción de gobierno porque todo se basa en la política del no. Esto es, oponerse ferozmente a cualquier medida que se tome. Es ahí donde esa sociedad civil –que nos representa a usted o a mí- debería actuar. Y el año pasado tuvimos un buen ejemplo. Una de las protestas más importantes de los últimos años obtuvo escaso eco ciudadano. Se trataba de dar un toque de atención sobre la gran obra pendiente de nuestra ciudad: el levantamiento ferroviario (plan de vías) que lleva ya más de 13 años dando vueltas sin avances significativos. Un gran solar vacío en mitad de la ciudad que, hasta hace poco, sólo era un nido de ratas. Una estación intermodal –tanto de autobuses como de trenes- que ahora mismo no se la ve venir. Todo ello, aderezado con un metrotrén –túnel de casi 4 kilómetros de longitud- que costó  por encima de 100 millones de euros y nunca se ha utilizado. Lleva ahí parado desde 2007. Pues bien, con todo había motivos más que de sobra para concentrarse en El Humedal. Para decir basta ya. Sin embargo, no fue así. Apenas mil personas acudieron a aquella manifestación. Hubo bastantes más figurantes este año participando en la Cabalgata de Reyes. En León, para que nos demos una idea, salieron en su día 7.000 personas a protestar por su estación en fondo de saco. Dato tomado de la policía local, porque, según los organizadores, fueron más de 20.000 los que llenaron las calles. Todo un éxito. Aquí, en cambio, ni siquiera se cubrió el empedrado de la Plaza Mayor. También, esa falta de respuesta tiene otra lectura: la escasa influencia en el tejido social de las asociaciones de vecinos. En principio, eran ellas quienes llevaban la voz cantante en este asunto. Son ellas quienes deben representar al gijonés de a pie y, a la vista está, el resultado fue paupérrimo. Puede que a estas alturas necesiten una renovación. No pueden estar concebidas como un entretenimiento para un grupo de personas después de acabar su vida laboral. En otras palabras: un pasatiempo de jubilados. Deberían ser la sociedad civil de Gijón y no lo son.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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