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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Necesidad de cambio.

La renuncia de Santiago Martínez Argüelles, hasta ahora secretario general del PSOE en Gijón, no deja de ser un síntoma: algo no va bien. Y la cuestión no es ya la dimisión en sí –era lógica después de que Martínez Argüelles se apartarse de la primera línea política-, sino el hecho de que el socialismo local se encuentra en declive. Lo demuestra elección tras elección. Desde que en un lejano ya mayo de 2011 perdiese el gobierno de su ciudad emblema, todo ha sido rodar cuesta abajo. En los últimos comicios del 20-D, el PSOE gijonés, vio como se producía el temido «sorpasso»: Podemos le sacó 2.871 votos, la gran mayoría de ellos en barrios que siempre habían sido su feudo inexpugnable. Incluso, si miramos más atrás, el PSOE perdió en Gijón el 56% de los votos con respecto a su máximo en las generales de 2008. Es más, el resultado de las municipales del año pasado no pudo ser más paupérrimo: siete concejales para un grupo municipal que estaba acostumbrado a moverse en cifras de dos dígitos. Pregunto, ¿y pasó algo? ¿Hubo acaso un reconocimiento de los errores cometidos? Pues, no. Lejos de abrir un debate sobre esta pérdida de votos clara, la Agrupación Socialista gijonesa no ha parado de enrocarse en sí misma. Buscando siempre escusas fuera y nunca mirando dentro de la propia Casa del Pueblo: es que la política ahora es así, son los nuevos tiempos, de unas generales no se puede trasladar resultados, blablablá. Sigmund Freud llamó a esto la compulsión a la repetición: volver a hacer lo que ya se hizo y que se sabe que da malos resultados. El PSOE en Gijón es como si quisiese repetir fórmulas que le dieron éxito en su día, pero que ahora ya no funcionan. Tal parece que haciendo lo mismo de siempre, sin ninguna novedad, entendiesen que van a volver a ganar la confianza del electorado; cuando, a las pruebas me remito, se alejan cada vez más del mismo. El socialismo gijonés fue el gran transformador de esta ciudad. Sus logros y  méritos ahí están: son innegables. Durante más de treinta años gobernó Gijón con grandes luces y también, cómo no, sombras. Sin embargo, ha llegado la hora del cambio. Tiene que renovar ciertos aspectos –su manera de hacer oposición o que sigue habiendo una endogamia interna excesiva, por ejemplo- que se muestran obsoletos y poco efectivos. El Partido Socialista cambió a Gijón, sin duda, y ahora es él quien tiene que cambiar.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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