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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Póquer.

El afán negociador de Pedro Sánchez ha dado sus frutos: tiene firmado un acuerdo con Ciudadanos. El secretario general del PSOE se puede presentar con algo a la sesión de investidura. Lo terrible para Sánchez, sin duda, hubiese sido aparecer por el Parlamento únicamente con sus 90 diputados. Ahora, por lo menos, puede sumar ya 130, aunque sean insuficientes para ser elegido presidente del Gobierno. En todo caso, al pacto firmado por los socialistas yo sólo le veo aspectos positivos para ellos. Digamos que refuerza su estrategia. Si Pedro Sánchez decidió aceptar el encargo de formar gobierno por parte del Rey, fue precisamente para esto: situarse como eje político y demostrar su capacidad para llegar a acuerdos. Ambas cosas las ha conseguido. Puede, es cierto, que no llegue a ser Presidente por cuestiones matemáticas. Al fin y al cabo, necesita la abstención del PP o Podemos, quienes, a día de hoy, son muy reacios. Sin embargo, habrá conseguido otros objetivos no menos importantes. De momento, contentar a sectores de su partido que recelaban de una alianza con Podemos. El partido de Pablo Iglesias, con sus posiciones maximalistas y ruido mediático, ha quedado fuera de cualquier tipo de acuerdo. Por más que insistan, su imagen de formación intransigente y nada flexible se ha visto incrementada. Ante unas futuras elecciones –según recogen las encuestas- el votante va a tender a premiar a aquellos que negocian, que intentan pactar una salida del atolladero. Igual el «sorpasso» a los socialistas que tenía en mente Podemos nunca llega a producirse. De la misma manera, el PP, arrinconado de “motu propio” en todo este proceso, va a verse en un brete. Tendrá que explicar a su electorado por qué tiene que decir que no, a un programa de gobierno que él mismo hubiera podido firmar. Mariano Rajoy –con su estrategia de pasividad- ha situado a su partido en un juego de suma cero. Si vota en contra de la formación de gobierno entre PSOE y Ciudadanos, su discurso de hombre de Estado generoso resultará falso. Si lo hace a favor, el PP habrá aceptado ir a la oposición después de haber ganado en el 20-D. Tiene toda la pinta de que llega un fin de ciclo para los populares. Por último, está lo de la consulta a la militancia del PSOE. El comodín del público que sacó Pedro Sánchez ante el Comité Federal. Durante el fin de semana Sánchez dará vida a sus bases a través de un referéndum, aunque sea con una pregunta chorra. Lo contrario, que no hubiese nada que votar, habría acabado en decepción colectiva. En resumen, el PSOE ha jugado sus cartas y parece mostrar un póquer. Vamos a ver si gana la partida.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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