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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Primarias, sin tapujos.

Por si tuviera poco el PP asturiano con lo del «caso Pokemon», ahora el delegado del Gobierno, Gabino de Lorenzo, abre un cisma interno. A los populares les pasa un poco lo que decía Jorge Luis Borges sobre los peronistas argentinos: no son ni buenos ni malos, simplemente, incorregibles. Así, tal parece que el PP entra en erupción de forma cíclica le vaya bien o mal. Posee una actividad sísmica tan profunda que, una legislatura tras otra, acaba viendo cómo sus cimientos se remueven. En la actualidad, todo hacía pensar que se encontraba tranquilo. Primero, porque vio cómo su principal rival político, esto es, Foro Asturias, obtenía en los comicios del año pasado unos resultados pésimos. Luego, en las Generales del 20-D, formó una coalición con ellos que terminó de forma positiva: además de obtener tres diputados, fueron los más votados en Asturias. La añorada reunificación de su espacio político, el del centro-derecha, parecía ir bien encaminada. Sin embargo, al igual que en esos azulejos que hay en los bares, ya saben, «Hoy es un buen día, hasta que viene alguien y lo jode», el ataque de De Lorenzo a Mercedes Fernández ha desatado la caja de los truenos. Ha puesto de los nervios a más de uno de cara a un congreso que, de momento, no tiene ni fecha. A mí modo de ver, lo único acertado que ha salido del ex alcalde ha sido la necesidad de hacer un congreso abierto. Sin avales ni chanchullos para que todo el mundo participe. Eso sí, cuando él los organizaba en Oviedo eran totalmente a la búlgara. Entiendo que lo que necesita su partido, de una vez por todas, son unas primarias en toda regla. Es más, es el único que no las tiene implantadas y reniega de ellas a conciencia. Los militantes del PP, en la práctica, pagan sus cuotas y no participan a la hora de elegir a sus representantes. Un sistema de congresos –viciado como se vio en Gijón- se lo impide. Y los nuevos tiempos –que sí, que los hay aunque algunos no se enteren- exigen precisamente eso: que se elijan los cargos de forma transparente y limpia. Lo del dedazo se acabó. Pero al PP le cuesta digerir los cambios y adaptarse, a pesar de que el Parlamento asturiano quiere imponer primarias en los partidos a través de una ley. En resumen, no sé por qué se sigue hablando de congresos abiertos de manera eufemística. No sé por qué en el PP se cree que es un método problemático o que sólo lo puede practicar la izquierda. No se por qué, en definitiva, no se instauran unas primarias sin tapujos y punto.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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