Lo de volver a tropezar en la misma piedra es muy del PP de Gijón. Si en octubre de 2014 le habían anulado un congreso a pocos meses de una cita electoral, ahora sucede exactamente lo mismo. Esta vez, porque el censo sobre el cual se trabajó incluía a personas fallecidas, y otras que no estaban al corriente de sus obligaciones de pago. Consecuencia: que la cantidad de avales necesarios para presentar candidatura –la brutal cifra de 500- no tenía justificación alguna. Estaba inflada para un número de militantes con derecho a voto cifrado alrededor de 947, mientras que los cálculos se basaban en 3.526. Como ven, la diferencia es más que sustancial. El caso es que de ahí surgió el actual presidente, Mariano Marín, y la junta directiva local. Puestos ambos, no cabe duda, en solfa por la sentencia del Juzgado de Primera Instancia número 11 de nuestra ciudad. Asimismo, de una directiva ahora anulada, salió una lista con la que se concurrió a las municipales del año pasado y que tan malos resultados consiguió: tres concejales es un balance mísero para un partido como el popular. Por tanto, podemos decir que toda la estructura del PP gijonés ha saltado por los aires el pasado jueves. De momento, y aunque la sentencia no sea firme, lo que se pone en cuestión es un sistema: el de los congresos viciados para que gane el candidato oficial. Método utilizado en Gijón hasta la saciedad y que recibe varapalos por doquier. A mí me parece que ya es hora de que el PP se modernice. Esto es, de que acepte el sistema de primarias –como lo hacen todos los demás partidos- para elegir a sus cargos y candidatos. Volver a hacer un congreso, aunque se le quiera dar el carácter de abierto, significa que el elegido –llamemos así a quien designen a dedo, esta vez- tendrá ventaja sobre los demás. Bien sea por el número de avales que se fije, o bien por la información privilegiada de la que dispondrá. El PP gijonés necesita abrir las ventanas y que entre aire fresco. Seguramente, volverá a implantar una gestora. La anterior –la que destituyó de forma fulminante a Pilar Fernández Pardo– estuvo en vigor la friolera de 18 meses. Volverlo a repetir sería un error de proporciones mayúsculas, sin embargo… Supongo que hoy muchos militantes y simpatizantes del PP, estarán pensando lo que decía Marco Tulio Cicerón: «¿Hasta cuándo Catalina –en este caso, Mercedes– vas a abusar de nuestra paciencia?».