Deportivamente hablando, estamos en los minutos de la basura: aquellos en los que ya se conoce cuál va a ser el resultado. Por tanto, no tienen interés alguno. Los partidos políticos ya afrontan con descaro la fase previa a la campaña electoral y ni siquiera se reúnen. Esperan la ronda de consultas con el Rey de manera apática. Es una semana –después del epitafio a las negociaciones escrito por Podemos con su consulta popular- que sobra a todas luces. Yo diría que como casi gran parte del periodo transcurrido desde el 20-D. Salvo sorpresa de última hora (y muy gorda) iremos a las urnas el 26 de junio. Todo ello, con la decepción de que este tiempo poselectoral no ha servido para nada. Mucha pose, mucha foto y pocas ganas de llegar a acuerdos. En el fondo, nadie se movió un ápice de sus posturas. Afrontaremos, pues, el 26-J como una especie de “Déjà vu”: algo que ya hemos vivido. Mucho me temo que lo peor será la abstención. En esta especie de volver a empezar subirá y mucho. Buena prueba, sin duda, de que el escepticismo ciudadano hacia la política ha vuelto a crecer durante este periodo. Además, hay otras incógnitas a resolver. Por ejemplo, ¿irán los partidos con las mismas listas o volverán convocar primarias? ¿Renovarán de alguna manera sus programas o presentarán de nuevo los del 20-D? ¿Castigará o premiará el electorado la forma en que se ha encarado este tiempo de (no) negociación? ¿Cómo afectará en las urnas los nuevos casos de corrupción que han ido aflorando? Algunos, como Podemos, ya han apresurado a calificar estos nuevos comicios como una segunda vuelta. Esto es, una forma como otra cualquiera de poner al partido en modo ahorro energía. Mismos programas, mismas listas y similares discursos. Otros, en cambio, como en el PSOE, prevén mayor batalla interna. Incluso podría haber dos candidatos en unas hipotéticas primarias. En el PP, sin embargo, la vida sigue igual. Nadie, por lo menos en voz alta, se atreverá a discutir el liderazgo de Rajoy. El que se mueva, ya se sabe, no sale en la foto. Llega un tiempo político mucho más interesante que el que dejamos atrás. Unas elecciones apenas seis meses después es algo novedoso para nuestro sistema. Jamás había pasado. La duda se encuentra en cómo lo afrontará el votante, pero también los propios partidos. Desde luego, no creo que les vaya a ser sencillo volver a ilusionar.