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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

El fantasma.

La ZALIA es un ectoplasma, un fantasma industrial que vaga por el mundo. Su alma en pena sufre por lo que es y lo que quiso ser: una zona de actividades logísticas –la principal del norte, decían- que termina como un simple polígono ramplón inacabado. Hace pocos días supimos que su enlace por La Peñona  -el único que tenía visos de salir- no se adjudicará hasta el año que viene. Probablemente, durante el primer trimestre. Lo dijo la consejera de Infraestructuras, Belén Fernández, a quien todo lo de la ZALIA le supera. En el colmo de las desgracias, la anterior empresa que tenía el encargo para su construcción desistió. Se encontró con la necesidad de acometer un desvío de redes de aguas, líneas eléctricas, gaseoductos o tuberías de oxígeno; y salió corriendo al ver lo que se le venía encima. Por lo visto, nadie había previsto que por el trazado escogido pasaba semejante tinglado. La venta de la segunda parcela –sólo hay una adquirida- se hace de rogar. Pese a que se externalizaron los servicios comerciales, no debe ser fácil vender apelando a la imaginación de un hipotético comprador. «Mire», le tendría que decir el agente inmobiliario, «ahí va a tener usted de todo, eso sí, no se sabe cuándo: enlaces, una estación intermodal, un hervidero de actividad logística…». Sin embargo, lo que se compra en realidad es un páramo desolado en mitad de San Andrés de los Tacones. Para colmo, Sogpesa –sociedad participada por el Gobierno asturiano y que acumula más de un millón de metros cuadrados de suelo industrial- empieza a tirar los precios. Es tal la premura debido a su precaria situación económica que ya baja con creces de los 100 euros el metro cuadrado. La ZALIA tiene, pues, desventaja con el polígono de La Lloreda que está de rebajas. O dicho de otra manera: el Principado se hace la competencia a sí mismo. El gobierno municipal de Foro –creo que con buen criterio- pretende ajustar ahora la dimensión de la zona. Desafectar los cuatro millones de metros cuadrados de terreno que estaban previstos en distintas fases. A día de hoy, la ZALIA no deja de ser un proyecto fallido: uno más dentro de este Gijón que parece la zona cero del despilfarro. Por tanto, es un sinsentido que los propietarios mantengan sus terrenos ociosos por una calificación industrial innecesaria. Y en principio todos los grupos, salvo PSOE e IU con matices, están de acuerdo en reducir el tamaño. Sería lo más sensato dentro de la locura que siempre ha presidido este proyecto.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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