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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Sobre alcaldes y zapatillas.

A mí no me gustan los tripartitos. Los considero profundamente inestables. Las diferencias entres sus socios –pese a que firmen un programa común- suelen ponerse de manifiesto a la más mínima. Cada partido que lo integra, como es  habitual en política, acaba barriendo para casa. Sólo tienen que ver lo que está pasando a treinta kilómetros en dirección sur. Me refiero, claro está, a Oviedo. Allí, hace ahora casi un año, surgió un tripartido por sorpresa. El voto de Somos Oviedo al PSOE permitió la investidura de éste y al acuerdo se sumó IU sobre la marcha. Total, tres formaciones bastante diferentes llegaron a un pacto de gobierno y ahí están. Siempre en el filo entre seguir adelante o romper. No hay día en el que sus integrantes –por unas u otras razones- no acaben tirándose los trastos a la cabeza. La sensación de fragilidad es tan grande que basta un simple acto institucional -los premios Princesa de Asturias, por ejemplo- para que surjan discrepancias graves. Pues bien, aquí en la capital de la Costa Verde parece que se quiere hacer algo parecido. Al rebufo de la confluencia estatal entre Podemos e IU, Xixón Sí Puede (XSP) sacó a relucir de nuevo lo que antes no pudo ser. Y la diferencia con la capital está bien clara: que Somos Oviedo entregó la Alcaldía al PSOE sin mayores problemas. Cosa que aquí, por lo visto, nadie está dispuesto a hacer. XSP porque considera que junto con IU supera en concejales al PSOE, y los socialistas por el orgullo de ser un partido histórico en Gijón. Digamos, pues, que lo que les separa de forma irreconciliable es la figura del Alcalde. Aurelio Martín, el portavoz municipal de IU, defendía en una entrevista en estas mismas páginas que «la Alcaldía tenga un valor simbólico e instrumental». Vamos, que se puede poner al frente de esta ciudad a una zapatilla y no pasa nada. Más o menos, repito, lo que está sucediendo en Oviedo. Wenceslao López, su actual regidor, da la sensación de que no manda: dedica su tiempo a pacificar un gobierno de lo más heterogéneo y poca cosa más. Sin embargo, la realidad es que la figura del Alcalde es importantísima –yo diría que clave- en la vida municipal. Un eje sobre el que gira toda la política del municipio. El PSOE lo sabe y por eso no se deja pisar el terreno. Sería tonto –y no creo que tanto- como para votar a otro primer edil que no sea suyo. Prácticamente, se estaría suicidando políticamente.

 

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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