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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Bajo la alfombra.

No tengo por qué dudar. Según recientes análisis la calidad del agua en nuestras costas es excelente. Es decir, que incluso Peñarrubia, donde en muchas ocasiones hay unas natas asquerosas a simple vista, tiene el agua calificada como buena. Será así, insisto. Sin embargo, la duda que me asalta ante estos resultados es la siguiente. Si echando al mar los residuos provenientes de 150.000 habitantes sin ningún tipo de tratamiento, no hay ni un solo gramo de contaminación, ¿para qué gastarnos 36 millones de euros en una depuradora? Si esta situación, por lo visto, lleva ya años debido a que la planta de pretratamiento (la «Plantona») estaba obsoleta y no hacía si quiera una mínima función, ¿por qué no seguimos así? Si da igual, en definitiva, que se depure o no porque la calidad del agua es la misma, ¿para qué complicarnos la vida completando el saneamiento con otra Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) que encima es ilegal? No sé, a mí me da la impresión de que estamos metiendo la mierda debajo de la alfombra. Y me explico. Si se expulsan las aguas negras a más de dos kilómetros y medio mar adentro mediante un emisario submarino, al final, lo que estamos haciendo es alejar el problema. Puede que aquí no lo notemos, pero en otro sitio –más cerca o más lejos- lo acabarán pagando. Puede que, como se ha dicho, el Cantábrico actúe como una enorme depuradora natural; pero si todas las ciudades hiciesen lo mismo se acabaría convirtiendo en una enorme ciénaga de aguas fecales. Puede que, a lo mejor, los de la Unión Europea sean unos tiquismiquis por exigirnos una EDAR desde hace años sin que la hayamos logrado poner en marcha. No sé… Ayer, en Madrid, se produjo una reunión de alto nivel. Todas las partes implicadas estaban en la mesa: el Ministerio de Agricultura y Medioambiente, con su Secretario de Estado a la cabeza; la alcaldesa, Carmen Moriyón, y la consejera de Fomento del Principado, Belén Fernández. Según parece, el Ministerio va a llorarle a la Audiencia Nacional para que autorice poner en marcha la instalación aunque sea de forma parcial. Eso es lo que presentó en su escrito la Abogacía del Estado, y a ello se oponen los vecinos del Pisón de forma frontal. Es el único parche posible a corto plazo y hay que cruzar los dedos para que salga. Se mire por donde se mire, la solución a la paralización de la EDAR ya no está en manos de las Administraciones, sino de la Justicia.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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