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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

La cartita.

Cristóbal Montoro, el ministro en funciones de Hacienda, no cae simpático. Es más, ni lo intenta. Una vez le escuché en una entrevista despreciar a los políticos que así se conducen. Para él, el arte de gobernar consiste en hacer lo que hay que hacer y punto. O sea, sin zarandajas ni tonos melifluos. Sólo bajo esta perspectiva -en resumen, que le da igual caer como una patada- podemos entender la carta que envió a numerosos ayuntamientos de toda España. El famoso certificado donde recordaba la necesidad de cumplir con la Ley Reguladora de las Bases de Régimen Local, que contempla la disolución de aquellas entidades municipales que se encuentren en situación de desequilibrio financiero. Dicho de otra forma: cerrar todas las empresas que tengan desfases patrimoniales graves. Pues bien, al Ayuntamiento de Mieres le faltó tiempo para sacar a la gente a la calle. Entendieron que representaba un ataque directo a su empresa de autobuses, manifestándose, tanto usuarios como trabajadores, en defensa del servicio. En Gijón, en cambio, la cosa no fue para tanto. Pese a que son cuatro las entidades señaladas por el dedo acusador, todas ellas acaban siempre cuadrándose con las aportaciones que realiza el propio Ayuntamiento. Aquí, simplemente, se han limitado a hacer las alegaciones correspondientes, puesto que no consideran que exista riesgo de liquidación. La pregunta que me hago es si era necesario todo esto. Es decir, si el Ministerio de Hacienda –y su titular, por supuesto- no podían haber escogido otro momento para hacer cartitas con tintes terroristas. Si estamos en un proceso infinito de negociación para formar Gobierno en este país, si es pleno mes de agosto con la mitad de la plantilla de vacaciones en los consistorios, ¿de verdad hacía falta cabrear de esta manera? ¿No podía haber esperado a que hubiese un nuevo Ejecutivo para recordarles sus deberes? Sin embargo, Montoro es así. En 2012, cuando no le gustó el Gobierno que formó su ex compañero, Francisco Álvarez-Cascos, amenazó con intervenir nuestra comunidad autónoma. Fue dejar Cascos el poder y ya no ha habido ningún problema más. Por tanto, una de sus peculiaridades es que siempre ha utilizado el cargo en función de los intereses que más le convenían. Algo que incluso le ha traído problemas con sus propios colegas (por ejemplo, el episodio de tributación irregular con José María Aznar). Pero, a Cristóbal Montoro, le da exactamente igual. No está en política para hacer amigos y eso se nota.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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