Albert Rivera ya encontró el camino. El que va desde la «abstención técnica» al «sí» a Mariano Rajoy. Son seis condiciones –más la de poner fecha a la sesión de investidura- que en absoluto tienen por qué sorprender al PP. Más bien, deberían de estar en sintonía con su pensamiento. Incluso lo de la comisión parlamentaria sobre el «caso Bárcenas», tendría que resultarle perfectamente asumible. Sí, porque, al final, las comisiones parlamentarias suelen quedarse en nada. Juegos artificiales para disfrute de los medios que tienen material con el que recrearse durante un tiempo. En un asunto tan judicializado como el del ex tesorero del PP, ¿acaso puede aportar algo nuevo una comisión parlamentaria? ¿Qué van a investigar sus señorías que no lo hayan hecho ya los magistrados de la Audiencia Nacional? Sin embargo, Ciudadanos quiere que se haga –quizá también para justificar su cambio de postura- y eso no debe ser un obstáculo para el acuerdo. Es más, tal parece que a Rajoy en la reunión de ayer no le asustó. Con todo ello, los populares se podrían quedar a sólo seis diputados (con Coalición Canaria) de investir a su candidato. Ahora, claro, le toca a Pedro Sánchez. Tiene que, al igual que Rivera, ver la luz. Transformar su «no» en una «abstención técnica» principalmente por dos razones. Primera, porque este país necesita salir del bloqueo en el que estamos inmersos. ¡Oigan, que ni siquiera se ponen de acuerdo para elegir el sitio donde deben sentarse en el Congreso! Y segunda, porque el PSOE lo necesita. Su partido está siendo vapuleado, como un barco sin timón, desde dentro y desde fuera. Felipe González, sin ir más lejos, volvió a repetir en su diario de cabecera que la decisión de Ciudadanos «es el primer acto de responsabilidad política desde las elecciones». Nuevo varapalo para Sánchez. Podemos, en esa especie de depresión colectiva en la que se encuentra desde el 26-J, también trata de meter presión a los socialistas con su famoso «Gobierno alternativo». Esa amalgama de partidos que propugna sin mucho entusiasmo. Por tanto, Sánchez tiene a la fuerza que reaccionar y tomar la iniciativa. Convocar a su Comité Federal y trasladarle la propuesta de que es necesario dar el paso. Seguir enrocado sin moverse un ápice significa un desgaste enorme. Si el PSOE no quiere quedar como el malo de la película –el que nos llevó a las terceras elecciones- deberá cambiar la estrategia. Y eso, estoy seguro, lo hará. Buscará, al igual que hizo Ciudadanos, unas condiciones asumibles para justificar su abstención y, Mariano Rajoy, será nombrado Presidente. Por fin…