No hay mejor manera de formar un juicio que ponerse en la piel de otro. ¿Qué hubiesen hecho ustedes la noche de los Fuegos de Begoña? Imagínese la situación. El Muro y la ciudad a rebosar. Cientos de miles de personas –siempre se ha dicho que sobre medio millón- esperando por un espectáculo pirotécnico anunciado a bombo y platillo. Y, de repente, se escucha por los altavoces de la playa lo siguiente: «Señoras y señores, debido a que no se ve una mierda los Fuegos quedan suspendidos». ¡A ver quién es el guapo que aguanta los abucheos que se hubiesen producido! ¡A ver quién contenta a una multitud que no puede ver ni siquiera unas luces entre la niebla! Pregunto, ¿qué hubiera sido peor: el remedio o la enfermedad? Por tanto, a mí la decisión que tomó el Ayuntamiento hace casi una semana me pareció la correcta. No había otra. Más si cabe, teniendo en cuenta que existía un parte meteorológico favorable y ningún riesgo para los asistentes. Miren ustedes, no es la primera vez que los Fuegos acaban en fiasco. Recuerdo años con borrina pertinaz, donde el viento no soplaba y el humo propio de los cohetes los impedía ver, o donde resultaron ser catastróficos porque el espectáculo contratado era un auténtico desastre. Daba igual, se celebraban y punto. Jamás, que yo sepa, nadie se planteó nunca suspenderlos. Nos marchábamos luego tan contentos y a disfrutar del día de Begoña. Sin embargo, ya ven, este año tal parece que fue el fin del mundo. Algo así como si a un niño no le vienen a ver los Reyes Magos. Los comentarios de algunos en estas mismas páginas eran desoladores. Seguro que después de los (no) Fuegos se fueron directamente a la cama. La noche del quince de agosto, para los gijoneses y quienes nos quieran acompañar, es mágica. Mucho más que unos simples artificios sobre el cielo. Representa la fiesta de Gijón y eso tendría que estar por encima de todo. Ahora bien, faltó tiempo para que la política apareciese donde no debería. Que si el contrato de la empresa que se encarga del montaje (por cierto, asturiana y que lo hace muy bien), informes, exigencia de responsabilidades, discusión sobre si asegurar o no… ¿Qué pasó? ¿Hubo alguna catástrofe? No, simplemente, que fue imposible verlos todo lo bien que quisiéramos por culpa de una molesta y repentina bruma. El año que viene, si llueve, también nos planteamos el suspenderlos. O si hace viento, o si la gente tiene frío, o si hay marea alta y no se puede bajar a la arena para practicar «botellón». Por favor…