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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Criticar por criticar.

La verdad, a mí sólo me parece mal el nombre. Lo de llamar «Gijón Central Park» al evento que estos días se está celebrando en el parque de Isabel la Católica. Tal es así, que es como si quisiésemos sobar hasta la extenuación la tontería de compararnos con tan conocido espacio neoyorquino. Miren ustedes, a los solares del plan de vías (el «solarón») también escuché que se le denominaba de esa manera. O, por lo menos, los que pretenden su uso definitivo como zona verde quieren reivindicarlo como el «Central Park» gijonés. Pues bien, entonces, ¿cuántos tenemos? ¿Al menos dos o serán más? El pequeño trozo verde que tengo cerca de casa y donde defecan los perros, ¿también lo puedo llamar «Central Park»? Pregunto: ¿es que acaso no hay suficientes nombres aquí que tenemos que buscarlos fuera? ¿Es que no vale el propio del parque más antiguo de nuestra ciudad? Por lo demás, la fiesta en sí me parece de lo más correcta. Yo no sé por qué hay tantas críticas al emplazamiento cuando la celebración es de lo más light. Eso de que sufre el entorno, de que las aves se estresan y cosas similares lo veo como una auténtica tontería. Salvo que queramos que el parque de Isabel la Católica sea una reliquia del pasado, este tipo de festivales bien organizados representa un acierto. Una zona verde urbana es para usarla y no sólo para mirar. Desde luego, yo no escuchaba estas quejas cuando tenía lugar ahí la Semana Negra. Evento agresivo a más no poder con el parque, la fauna y quien se pusiese por delante. El número de visitantes era infinitamente superior, las atracciones rugían con mucha más fuerza (no sólo un carrusel con sonido mínimo), y la fiesta acababa a las tantas de la madrugada. Sin embargo, los gobernantes de entonces –ahora en la oposición- nunca se plantearon el mudarla a otro sitio. Tuvo que ser una sentencia judicial –por una demanda de los edificios cercanos- quien acabó con el apocalipsis anual que sufría el ecosistema urbano. Si no, seguro, todavía tendría lugar con la anuencia de muchos que ahora critican esto de «Gijón Central Park». Un festival de ocio, por lo que puede ver, de lo más tranquilo y familiar. Sin chiringuitos estridentes y una zona de conciertos reducida, casi de juguete. No sé, en este Gijón del alma que tenemos siempre nos parece mal algo. Cuando no es el festival aéreo, son los toros, los mercadillos veraniegos, los campeonatos de «food trucks», los conciertos… ¿Se va a poder organizar algo que nos parezca bien a todos? Yo creo que no.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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