Ha estallado la guerra civil en el PSOE. Todo ello, porque su secretario general, Pedro Sánchez, así lo ha querido. Lejos de asumir unos resultados inaceptables –pura historia la que está haciendo llevándolo hacia el abismo- el bello Pedro maniobró de forma torticera. Retorció fechas para proponer unas primarias exprés de forma que nadie se pudiera presentar, y luego montó un congreso extraordinario justo cuando se podría estar a las puertas de una campaña electoral. Esgrime un discurso falso y manipulador donde sus críticos, quienes pretenden facilitar la gobernabilidad del país, no dejan de ser «subalternos del PP». Coletilla mal intencionada que trata de ganarse a la militancia más fiel y reaccionaria. Yo no veo por ninguna parte que seis de los siete presidentes autonómicos socialistas sean ni de lejos del PP. Más bien, la verdad, me parecen mucho más sensatos que el propio Sánchez. Desde un primer momento, le advirtieron de que el lugar del PSOE era la oposición tras el 26-J. Atacar a un presumible gobierno popular débil y que debe enfrentarse a problemas de órdago (cuadrar el déficit, por ejemplo). Sin embargo, el secretario general profundizó en su «no es no» hasta límites insospechados. Jamás intentó ni si quiera escuchar a Mariano Rajoy. Y el resultado, como ven, no puede ser más negativo. Ha situado a su partido entre lo malo y lo peor. Lo malo sería que, después de esto, el PP vuelva a gobernar porque su «Gobierno del cambio» es una quimera imposible. Mientras que lo peor, sin duda, es que de haber unas terceras (y no deseadas) elecciones; muchos votantes culparían al PSOE de las mismas. La debacle, en este caso, estaría más que servida. Además, su estrategia de supervivencia ha quemado a los socialistas por completo. Hay dirigentes, como el presidente de la Junta de Extremadura, que no dudan en advertir de que llegarían incluso a marcharse si pacta con los independentistas. Felipe González, por su parte, dice directamente que le engañó. Cosas que en conjunto han traído consigo un hecho insólito: que 17 miembros de la Ejecutiva hayan dimitido. Él sólo ha creado una de las peores crisis en la historia del socialismo español. El PSOE se va a ver abocado a nombrar una gestora y entrar en un tsunami interno que no sabemos muy bien cómo acabará. En principio, la dimisión de más de la mitad de la Ejecutiva tendría que hacer caer a Sánchez. Ahora bien, el todavía secretario general en absoluto se da por destituido y se atrinchera. ¿Por qué no te rindes, Pedro? Es la pregunta que en estos momentos todos nos hacemos.