La política es el arte de manejar dinero. Sin recursos, resulta imposible llevarla a cabo y se vuelve una simple declaración de intenciones: una labor de gestión (cobros y pagos) sin mayor transcendencia. El objetivo de cualquier gobierno es poder realizar su tarea a través de la ejecución presupuestaria. Es la herramienta necesaria e imprescindible para gobernar. El equipo municipal de Foro lo sabe y, por eso, porque dos años consecutivos en prórroga serían casi una tragedia, pone toda la carne en el asador para que le aprueben el suyo. Casi 300 millones de euros están encima de la mesa, apelando Carmen Moriyón a la «negociación y el optimismo» para sacarlo adelante. Ahora bien, no lo tiene fácil. Una vez más la oposición le va a apretar, aunque ahora todo sean buenas intenciones. El año pasado fue así: mucho de hablar del bien de los gijoneses, de lo mejor para la ciudad, de que se actuaría con responsabilidad, blablablá; pero, al final, nos quedamos sin presupuesto. Personalmente, creo que esta vez no puede ser igual. Si no hay cuentas para 2017, tampoco las habrá en 2018 y 2019 ya es tiempo electoral. Resultado: legislatura perdida. Entiendo que estar en una prórroga constante no se puede admitir y eso exige un esfuerzo por parte de los grupos. Máxime, si tenemos en cuenta que este año, como novedad, casi el 55% de la inversión se realiza mediante fórmulas participativas con los ciudadanos. Sería una incongruencia total que, después de montar lo de los presupuestos participativos, no fuesen aprobados por la Corporación. Lo mismo que incrementar las ayudas a la rehabilitación de edificios, por ejemplo, para que luego tarden una eternidad en concederse. Por tanto, querámoslo o no, el 27 de diciembre, fecha en la que está pensado el Pleno para su aprobación, nos la jugamos. Oposición y equipo de Gobierno tienen que ponerse de acuerdo sí o sí. Ya no sirve como excusa que es de tal o cual ideología para rechazarlo. Queremos que se dialogue, que se pacte, que se lleguen a soluciones concretas. El bloqueo que estamos sufriendo en Gijón no sirve para nada. A la vez que se desgasta al Gobierno municipal, también se hace daño a los ciudadanos de forma colateral. Yo no veo, otra vez, al tejido social esperando a que el Pleno le apruebe ayudas. O a que todo esté pendiente de un hilo, al albur de que las circunstancias políticas que se produzcan en cada momento. Gijón necesita estabilidad para salir de la crisis y prosperar. Vamos a dejarnos de tonterías.