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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Lo menos malo, otra vez.

Javier Fernández se ve en un brete. En el filo de tener que tomar la decisión menos mala. No la óptima o la mejor, sino la que menos daño le haga.  Una situación muy similar a lo que le pasó hace poco al frente de la Gestora que rige los destinos del PSOE. Esta vez, en el debate de orientación política, se vio claramente que no tiene apoyos. Por ningún lado del espectro político, excepto, claro está, desde la derecha. El PP le ha dicho que apoyaría su proyecto de presupuestos. Pide lo mínimo, casi un gesto para darle el sí a las cuentas. De hecho, incluso ha rebajado significativamente sus pretensiones durante la sesión parlamentaria. Comenzó demando la eliminación del Impuesto de Sucesiones, para acabar conformándose con elevar el mínimo exento hasta los 400.000 euros. Y si es menos, no lo duden, también. Hay ganas de apoyar a Fernández desde el PP. ¿Pago de los favores recibidos a nivel de Madrid? Puede ser. Sin embargo, esto no deja de ser un regalo envenenado. Negociar unos presupuestos –y luego llevarlos al Parlamento-  teniendo como socio a los populares representa dar munición a sus enemigos. A los de dentro (los fieles a Pedro Sánchez) y a los de fuera (sobre todo Podemos). Sería un suicidio hacerlo y, por eso, Javier Fernández lo rechaza de pleno. Tiene a todos los medios de comunicación nacionales –con interés sobrevenido por la política asturiana- pendiente de esta decisión. Pues bien, no crean que por el otro lado las cosas están mejor. Al revés, IU y Podemos hacen la pinza en cuanto a que le reprochan su abstención a Rajoy en el Congreso. Si acaso Gaspar Llamazares se muestra más abierto a una fórmula de entendimiento conjunto, mientras que Emilio León tensa la cuerda hasta el infinito. Es muy difícil que el deseo de Fernández –lo que sería casi óptimo- se lleve a cabo. Ahora mismo, se ve más lejos que nunca que en nuestro paraíso natural haya un pacto desde la izquierda. Nadie quiere aparecer como el malo, como el que nos llevó a una segunda prórroga, pero tampoco existe una verdadera intención de sacar adelante el presupuesto. Por último, la otra opción sería volver a la prórroga un año más. Algo malo –malísimo, diría yo-  que condena a toda Asturias a la parálisis permanente. Pregunto, si para 2017 no se materializan unas cuentas, ¿no estaríamos igual en 2018? Y si ya 2019 es tiempo electoral, ¿quién en la oposición les daría respaldo? Resultado: legislatura fallida. Cuatro años tirados a la basura. Lo dicho, señor Fernández, elija entre lo menos malo.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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