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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

La rendición.

A mí me parece que lo que ha sucedido con la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) se asemeja mucho a un cuadro. En concreto, a «La rendición de Breda» de Velázquez. Cambien sus personajes por políticos y tendrán la misma estampa que en el óleo del siglo XVII. Así, tenemos a un ministro de Educación que fue con las llaves en la mano para entregar una de las leyes estrella del PP. Sin resistencia ni mayores discusiones. Aquí tienen ustedes nuestra ley de educación para lo que quieran. Se presentó en la Conferencia Sectorial de Educación igual que Justino Nasau, el gobernador holandés de la ciudad de Breda en el lienzo. Los consejeros de las comunidades autónomas hicieron de Ambrosio Spínola, el general genovés al mando de los tercios de Flandes. Y, oigan, todos tan felices. Ahí yace la LOMCE de la que ya no queda ni rastro. Sorprende, pues, que Mariano Rajoy haya consentido con tanta facilidad la voladura de uno de los pilares de su anterior legislatura. Nació ya torcida con el funesto ministro José Ignacio Wert, es verdad, pero al final ha muerto a manos de los suyos. Incapaces de sostenerla incluso con mayoría absoluta. Ha bastado un simple soplido –su contestación en la calle con ser importante, tampoco fue definitiva- para derribarla. Además, sin tapujos ni medias tintas: se vuelve a la Selectividad de toda la vida y punto. Se derogan las reválidas y santas pascuas. Por tanto, no me extraña que la oposición, al ver tanta fragilidad, tire con bala. El Pleno del Congreso se ha convertido en una máquina de derogar leyes de la anterior legislatura. Sin ir más lejos, el martes se han cargado de un plumazo la Ley de Seguridad Ciudadana. La oposición en bloque, visto el éxito en la toma de Breda, se alió para aprobar una moción en contra de la conocida como «ley mordaza». ¿Siguiente estación? No lo duden: la reforma laboral. Rajoy ha dicho siempre que la considera fundamental para crear empleo. Ha manifestado una y otra vez que ésta es una de sus líneas rojas. Veremos cómo la defiende. Cuando, una vez más, el Parlamento le exija su modificación (o derogación) habrá que ver hasta qué punto lo consiente. Desde luego, si la trata igual que a la LOMCE podemos decir que le quedan cuatro días de vida. Que lo andado con dicha reforma –muy alabada en Bruselas- se volverá a desandar. No sé, pero tampoco entiendo la estrategia del Gobierno a la hora de llegar a acuerdos. Está muy bien eso de pactar como han repetido hasta la saciedad, ahora bien, si el contenido de los mismos va a consistir en ir demoliendo poco a poco lo que fueron construyendo. En fin…

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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