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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Sólo uno (o date por jodido, Iñigo).

Vistalegre II, el congreso de Podemos, tiene toda la pinta de que va a ser lo que dice su nombre: divertido, entretenido y tan sumamente alegre que no va a dejar indiferente a nadie. Faltan dos meses para su celebración, será en febrero, y los cuchillos ya están en todo lo alto. Es más, las dos facciones enfrentadas –los partidarios de Pablo Iglesias e Iñigo Errejón– no paran de lanzarse dardos a través de las redes sociales, que hasta para eso son modernos. Ellos sostienen que este debate digital encarnizado es bueno, que para la vida de un partido resulta estupendo someterlo a semejante tensión. Imaginemos un equipo de fútbol. Seguro que el extremo derecha le dice al central a menudo que no corre. O éste al portero que podía haber hecho más en no sé que gol. Sin embargo, los aficionamos –aunque nos encantaría- ni nos enteramos. Su código interno dice -ay, de quién ose no respetarlo- que los trapos sucios se lavan dentro del vestuario. Podemos, en cambio, es todo lo contrario: a golpe de tuit Pablo e Iñigo (y afines) se destripan públicamente. Incluso Iglesias le manda una especie de carta de amor a Errejón, cuando en política todos sabemos lo que esto significa: date por jodido. Digo más, se cuestiona absolutamente todo. Si las propuestas políticas tienen que ir por separado de las candidaturas o juntas, el formato, la representación de las distintas corrientes (ríos, arroyos y afluentes) que lo integran… A este paso el último enredo vendrá con las sillas. Una parte dirá que son muchas y la otra pocas. Una parte dirá que se quiere dar la imagen de que el pabellón está medio vacío, y la otra que sus seguidores van a estar de pie. Pero, por si esto fuera poco, lo último de Pablo es algo habitual en su manera de hacer política: o conmigo, o contra mí. Dice que si su postura no sale victoriosa dejará de ser secretario general. Cosa, por cierto, que ya hizo en Vistalegre I y le salió bastante bien. Concitó en torno a su figura la mayoría de votos, porque, una endeble organización, necesitaba más que nunca a su militante más mediático. Hasta ahora, yo no he visto en esta confrontación alguna crítica (o solución) hacia unos resultados poco satisfactorios en las últimas generales. A una unión con IU que no ha funcionado. Más bien, la nueva política se torna vieja. Representa una lucha intestina de poder en su forma más clásica. Si Iglesias gana –lo que es más que probable- arrasará con Errejón. Le dejará al margen hasta que se canse y retorne a la universidad, para que el flamante líder brille como único sol. Es, como en la película «Los inmortales», aquello de «sólo puede quedar uno».

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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