Podemos ha gestionando su primera gran crisis de muy mala manera. Prácticamente, como si se tratase de un sindicato de estudiantes más que de un partido nacional que tiene cinco millones de votos. Así, ha formado una especie de magma volcánico donde confluyen todo tipo de sentimientos personales. Amigos, amigas, novios, novias, colegas de profesión y algún que otro adlátere han estado durante estos meses dando un espectáculo sin par. Igual que si se tratase de esas asambleas estudiantiles siempre crispadas, las salidas de tono han sido constantes y múltiples. La última, sin ir más lejos, la del líder de la comunidad valenciana comparando a Pablo Iglesias con Sadam Hussein y Franco. Anda que si se lo llegan a decir desde otro grupo en los escaños del Congreso…¡Menuda! Además, el enfrentamiento entre Iglesias e Iñigo Errejón ha adquirido dosis de telenovela con final triste. De los cinco fundadores de Podemos, en la actualidad, únicamente están vivos políticamente dos. A partir del domingo, sólo uno. Digo más, la nueva política se parece tanto a la vieja que la imita a la perfección. Iglesias ha ofrecido a Errejón la candidatura al Ayuntamiento o Comunidad de Madrid (a elegir) para quitarlo de en medio. De esta manera, se ahorra tener que purgarlo si gana en el congreso. ¿Qué va a pasar en Vistalegre II? Pues muy fácil: habrá una escisión en toda regla. No creo que quien pierda se vaya para casa como si nada hubiese pasado. Tanto Pablo como Iñigo han dicho que, de no triunfar sus tesis en el decisivo cónclave, darían un paso atrás. ¿Se lo creen? Yo no. Lo más previsible es que el ganador ofrezca un discurso de integración, para luego hacer todo lo contrario. Es decir, dejar completamente al margen a quien haya salido derrotado. Éste, por su parte, tras unos días de abatimiento, empezará a escuchar los cantos de sirena. «Tú sí que vales. No hay derecho a que te dejen tirado con todo lo que has hecho», le repetirán desde su círculo más cercano. Y con esas acabará formando un partido, movimiento o corriente para seguir en la brega esperando una nueva oportunidad para «tomar el cielo por asalto». Dentro o fuera de Podemos, eso ya lo veremos. El caso es que habrá un antes y un después para la formación morada. Nada será igual. Esta forma –tan chapucera e inmadura – de gestionar el partido les pasará factura. La temida división, que tanto han criticado en sus socios de IU, ha llegado a sus filas para quedarse. Más que nada, porque así lo han querido sus máximos dirigentes, visto lo visto, malos estudiantes de primero de política.