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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Más de lo mismo.

Mercedes Fernández aplastó a su rival en las elecciones para la presidencia del PP asturiano. Lo ha hecho utilizando el poder del aparato: maquinaria  pesada que arrolla y tritura lo que se le pone por delante. Carmen Maniega, la otra aspirante, fue noqueada en el primer asalto con un resultado que no ha dejado lugar a dudas: casi un 88 por ciento de los militantes apoyaron a Fernández. A mí modo de ver, Maniega no ha tenido ni la más mínima oportunidad en todo el proceso. Si ya era muy difícil  llegar  al congreso del día 18 para disputarlo –imposible, diría yo- se lo pusieron aún peor. Si necesitaba para ello un grupo de gente valiente y unida, en ningún momento lo hemos visto. Desde luego, este nuevo formato en la elección de cargos que han puesto en práctica los populares adolece de los mismos defectos de antes. Es decir, quien quiera postularse contra una candidatura oficial va a tener a la fuerza que subir el Everest. Vean si no lo que pasó con un ceso (siempre el censo) sin depurar y al que se accede con dificultades, o que para sus apariciones públicas le impidiesen utilizar los logos del PP, o que le llegase a decir un miembro del comité organizador que sólo reconocía a una candidata. En definitiva, que el nuevo sistema se parece tanto al antiguo que no da lugar a sorpresas. La ilusión de unas primarias incluso se difumina a la hora de ir a votar –sólo participaron 1.748 afiliados de aproximadamente 20.000 durante, ojo, tres horas de un viernes-  y todo queda bajo control: si el bendecido desde Génova no gana en primera vuelta, lo hará en segunda con compromisarios nombrados al efecto. Mariano Rajoy lo dejó claro en el congreso nacional del partido en febrero: quiere que los regionales sean tranquilos. Aquí paz y después gloria. Cherines fue la elección digital (a dedo) de Madrid y la presidenta no se tuvo ni que despeinar. Ni hacer ningún tipo de campaña entre los militantes, ni participar en ningún debate, ¿para qué? Le bastó y sobró con utilizar el plácet de Rajoy y la propia inercia de la organización. Por más que Maniega intentó atacarla –llegó a calificar sus congresos de «factoría de tonguines»- nunca obtuvo respuesta. Con ignorar a sus rivales y lanzar mensajes de unidad tuvo más que suficiente para ganar por K.O. Ya ven, el sábado que viene no habrá nada que discutir. Ni se verán candidaturas enfrentadas, ni debates vibrantes, ni emoción alguna en la ejecutiva que se presente. Esto ha quedado sentenciado y lo que resta por ver es propaganda electoral. Más de lo mismo.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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