Por el director general de Calidad Ambiental, Manuel Gutiérrez, supimos que el Principado barrunta una subida en el precio del agua. Más concretamente, a través del Impuesto sobre Afecciones Ambientales del Uso del Agua (antiguo canon de saneamiento) que ya pagamos y que experimentó, por cierto, un fuerte incremento no hace muchos años. Recuerden que incluso hasta hubo lío porque se quería cobrar a quienes no estaban enganchados a una red de abastecimiento. Pues bien, como suele pasar en estos casos, no falla, va a venir disfrazado como medida de protección medioambiental. Es decir, para evitar el derroche que supuestamente estamos cometiendo cada día. Según Gutiérrez, «persiste el concepto de que es un recurso ilimitado y gratuito». No sé, a mí me parece que ni lo uno ni lo otro. Todos tenemos la conciencia suficiente sobre la importancia del líquido elemento y de gratis, nada: bien lo sabemos cuando llega la factura cada dos meses. Sin embargo, tal parece que la clave para subir un tributo sin coste político esté en demonizar al consumidor. Crear una mala conciencia para así, de esta manera sibilina, hacerle ver que debe pagar más a la fuerza. En Gijón ya tenemos una cuota de servicio del Ayuntamiento, unos metros cúbicos fijos que te cobran (aunque el grifo esté cerrado) y una notable discriminación de tarifas si el consumo es elevado. Por tanto, ¿a qué viene que el Gobierno asturiano quiera de nuevo subirnos otra vez su impuesto? ¿A qué está muy preocupado porque en nuestro paraíso natural llueve menos cada día? ¿A qué el abastecimiento, según la Administración, es «difícil y caro» por nuestra dispersión y complicada orografía? Nada de eso. De lo que estamos hablando es de gravar el consumo para sacarnos más cuartos, de una subida impositiva en toda regla que nos resulte imposible evitar. ¿O alguien es capaz de vivir sin agua? Incluso, en el colmo de la osadía, nos reprochan que los recibos no reflejan «ni de lejos el precio real». Claro, como en todos los servicios básicos. ¿O por una matrícula de la universidad se paga lo que cuesta? ¿O el billete del autobús en nuestra ciudad traslada su coste contable? En este contexto, cuando se empiezan a abrir de nuevo las puertas del infierno fiscal, Xixón Sí Puede (XSP) nos invita a consumir más agua del grifo. Así lo ha defendido en el último Pleno. Según XSP, deberíamos promocionarla y ve en ello un recurso turístico. En fin, no tengan duda de que llegarán multitudes de todos los rincones del planeta para saborearla. El único problema que le veo es que, a este paso, con tantos impuestos sobre ella, va a salirle al turista más barato la mineral embotellada.