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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Una pequeña Eurovisión.

Otra vez ha vuelto a suceder. Me refiero a la discordia entre los grupos municipales a la hora de otorgar las medallas de la ciudad. En el Pleno extraordinario del pasado viernes, Xixón Sí Puede e IU, se abstuvieron ante el reconocimiento a la Compañía de Jesús. Su argumento: que era una forma de mostrar la defensa de la escuela pública, frente al modelo privado-concertado que representa el colegio de la Inmaculada. A lo cual, hay que añadir también un fuerte componente ideológico: son curas. El año pasado sucedió algo similar, pero con mayor virulencia. La Medalla de Plata otorgada a la plataforma antideshaucios hizo que PP y Ciudadanos votaran en contra. Todo ello, entre una polémica considerable que afeó y quitó protagonismo al propio acto en sí. Por tanto, lo que tenemos que colegir es que el sistema de elección ya no sirve. La próxima edición será más de lo mismo: alguien se opondrá de nuevo a una determinada candidatura. Quizá en un tiempo anterior –cuando no había tanta dispersión en el Consistorio- podía valer. Ahora mismo, sin duda, no. Tal parece que las medallas se conceden en función de lo que le interesa a cada partido y no a los gijoneses. Seguro que mucho menos politizados y más objetivos que sus representantes. Desde luego, lo que existe es una paradoja. Vivimos tiempos donde la participación ciudadana está en alza, incluso hasta si quieren sobrevalorada: casi cualquier institución tiene a la fuerza que adoptar forma asamblearia. Se consulta, por ejemplo, la redacción de un Plan General de Ordenación, los pactos con otros grupos o quién debe encabezar una lista electoral. Sin embargo, es como si para las distinciones de Gijón, esto mismo no sirviese.  Sigue predominando el criterio político subjetivo, en la mayoría de las ocasiones deformado por la ideología. Sinceramente, yo vería mejor que el reglamento vigente se cambiase. Es decir, que se abriese un canal donde el gijonés medio, a quien la política le importa cada cuatro años, pudiese aportar algo. Maneras de hacerlo, claro, hay de sobra. ¿O no tiene el Ayuntamiento una web específica para esto? ¿Para qué sirve entonces si no la utilizamos? Estoy convencido de que, sometido a la opinión de la calle, la cosa cambiaría y mucho. No tendríamos que ver esta especie de «pequeña Eurovisión»: un festival donde lo de menos es la canción y lo que más, el apoyo al país o nación amiga. Lo que no puede ser es que el argumento predominante en nuestras medallas sea siempre una trayectoria política. La guerra partidista no lo puede ocupar todo. También está (o debería) la correspondiente sociedad civil gijonesa.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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